domingo, 4 de octubre de 2009

una arenita extraida d la piedra d la locura.





¿Y qué puedes tú? sales de tu guarida y no entiendes. Vuelves a ella y ya no importa entender o no. Vuelves a salir y no entiendes. No hay por donde respirar y tú hablas del soplo de los dioses.
No me hables del sol porque me moriría. Llévame como a una princesita ciega, como cuando lenta y cuidadosamente se hace el otoño en un jardín. Vendrás a mí con tu voz apenas coloreada por un acento que me hará
evocar una puerta abierta, con la sombra de un pájaro de bello nombre,
con lo que esa sombra deja en la memoria, con lo que permanece cuando avientan las cenizas de una joven muerta, con los trazos que duran en
la hoja después de haber borrado un dibujo que representaba una casa,
un árbol, el sol y un animal.
Si no vino es porque no vino