lunes, 31 de mayo de 2010

Salto al vacío. By Harry Shunk

Poema del ángulo recto. Le Corbusier




B.2 MENTE

Poner en la punta de los dedos
y además en la cabeza una
herramienta ágil capaz de hacer crecer
la cosecha de la invención
librando el camino de espinas
y haciendo la limpieza dará
libertad a vuestra libertad.
Chispa robada del trípode
que alimentan los dioses para
asegurar los juegos del mundo...
¡Matemática!
He aquí el hecho: el reencuentro afortunado
milagroso quizá de un
número entre los números ha
provisto esta herramienta propia de hombres.
Apreciándola el filósofo
ha dicho: "El mal se hará difícil
el bien fácil..."
Su valor se halla en
esto: el cuerpo humano
elegido como apoyo
admisible de los números...
... ¡He ahí la proporción!
la proporción que pone
orden en nuestras
relaciones con
lo circundante.
¿Por qué no?
Poco nos importa
en esta materia
la opinión de la ballena
del águila de las rocas
o de la abeja.

jueves, 20 de mayo de 2010

La mascara de la muerte roja. Edgar Allan Poe



La "Muerte Roja" había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía, y la invasión, progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media hora.

Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a su lado a mil caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era ésta de amplia y magnífica construcción y había sido creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente aprovisionada. Con precauciones semejantes, los cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto era una locura afligirse. El príncipe había reunido todo lo necesario para los placeres. Había bufones, improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja.

Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero ofreció a sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia.

Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitan que antes les describa los salones donde se celebraba. Eran siete -una serie imperial de estancias-. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta, pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta metros había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda, en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules, vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro, que abarcaban el techo y la paredes, cayendo en pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esta cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlata, tenían un color de sangre.

A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero cuyos rayos se proyectaban a través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que a través de los cristales de color de sangre se derramaba sobre las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies. En este aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se entregaran a una confusa meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta y tres mil seiscientos segundos del Tiempo que huye, el reloj daba otra vez la hora, y otra vez nacían el desconcierto, el temblor y la meditación.

Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía gustos singulares. Sus ojos se mostraban especialmente sensibles a los colores y sus efectos. Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban con bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de que no lo estaba. El príncipe se había ocupado personalmente de gran parte de la decoración de las siete salas destinadas a la gran fiesta, su gusto había guiado la elección de los disfraces.

Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaba en ellos el brillo, el esplendor, lo picante y lo fantasmagórico. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y atuendos incongruentes, veíanse fantasías delirantes, como las que aman los locos. En verdad, en aquellas siete cámaras se movía, de un lado a otro, una multitud de sueños. Y aquellos sueños se contorsionaban en todas partes, cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de sus pasos.

Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados, rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se pierden -apenas han durado un instante- y una risa ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose al pasar por las ventanas, por las cuales irrumpen los rayos de los trípodes. Mas en la cámara que da al oeste ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y una luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre; aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para aquél cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la lejana alegría de las otras estancias.

Congregábase densa multitud en estas últimas, donde afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la fiesta en su torbellino hasta el momento en que comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la medianoche. Calló entonces la música, como ya he dicho, y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron; y como antes, se produjo en todo una cesacion angustiosa. Mas esta vez el reloj debía tañer doce campanadas, y quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en mayor número las meditaciones de aquellos que reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y quizá también por eso ocurrió que, antes de que los últimos ecos del carrillón se hubieran hundido en el silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta entonces no había llamado la atención de nadie. Y, habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva presencia, alzóse al final un rumor que expresaba desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y repugnancia. En una asamblea de fantasmas como la que acabo de describir es de imaginar que una aparición ordinaria no hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno de aquella mascarada no tenía límites, pero la figura en cuestión lo ultrapasaba e iba incluso más allá de lo que el liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin emoción. Aún el más relajado de los seres, para quien la vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes parecían sentir en lo más hondo que el traje y la apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba el rostro se parecía de tal manera al semblante de un cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se habría visto en dificultades para descubrir el engaño. Cierto, aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así como el rostro, aparecían manchados por el horror escarlata.

Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero inmediatamente su frente enrojeció de rabia.

-¿Quién se atreve -preguntó, con voz ronca, a los cortesanos que lo rodeaban-, quién se atreve a insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apodérense de él y desenmascárenlo, para que sepamos a quién vamos a ahorcar al alba en las almenas!

Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias, pues el príncipe era hombre temerario y robusto, y la música acababa de cesar a una señal de su mano.

Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo hablado, los presentes hicieron un movimiento en dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y cuidadoso. Mas la indecible aprensión que la insana apariencia de enmascarado había producido en los cortesanos impidió que nadie alzara la mano para detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a un metro del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió andando ininterrumpidamente pero con el mismo y solemne paso que desde el principio lo había distinguido. Y de la cámara azul pasó la púrpura, de la púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta a la blanca y de allí, a la violeta antes de que nadie se hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe Próspero, enloquecido por la ira y la vergüenza de su momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercóse impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y enfrentó a su perseguidor. Oyóse un agudo grito, mientras el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra, y el príncipe Próspero se desplomaba muerto. Poseídos por el terrible coraje de la desesperación, numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero, al apoderarse del desconocido, cuya alta figura permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta rudeza habían aferrado no contenían ninguna figura tangible.

Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno por uno cayeron los convidados en las salas de orgía manchadas de sangre y cada uno murió en la desesperada actitud de su caida. Y la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo.

lunes, 17 de mayo de 2010

Henry Miller Dixit





“One´s Destination is Never a Place but rather a New Way of Looking at Things”.
(Henry Miller).-

Henry Miller: “A la Caída de la Noche”… (Extractos de “Trópico de Capricornio”):



”A la caída de la noche, el universo de cabeza de alfiler empieza a expandirse. Se expande orgánicamente, desde una motita nuclear infinitesimal, al modo como se forman los minerales o las constelaciones de estrellas. Corroe el caos circundante como una rata que horada el queso. Desde el principio todo era Caos…

Pero a veces he llegado a estar tan cerca del centro, del núcleo de la confusión, que me asombraba de que no explotara todo a mi alrededor… Todo el caos podría juntarse en la cabeza de un alfiler pero el yo, microscópico al comienzo, crece hasta convertirse en un universo desde cualquier punto del espacio. Solos dos platos en el menú: el yo y el no yo. Y una eternidad para elaborarlo. En esa eternidad que no tiene nada que ver con el tiempo ni con el espacio hay interludios en que se produce algo así como un deshielo. La forma del yo se descompone, pero el yo, como el clima, permanece.Veo a mi alrededor… No hay forma, ni imagen, ni arquitectura, sólo vueltas concéntricas. Soy la flecha de la sustancialidad del sueño. Verifico volando. Anulo dejándome caer a la Tierra… Así pasan los momentos verídicos del tiempo sin espacio en el que sé todo y sabiéndolo todo, me desplomo bajo el salto del sueño sin Yo…Estamos bailando en el hueco de la taza de la Nada. Somos de una misma carne, pero estamos separados como estrellas”.-

She talks to rainbows. The Ramones



"She Talks To Rainbows"

She's a little lost girl in her own little world
She looks so happy but she seems so sad
ah ah oh yea oh oh oh yea
She's a little lost girl in her own little world
I'd like to help her I'd like to try
ah ah oh yea oh oh oh yea

She talks to birds she talks to angels
she talks to trees she talks to bees
She don't talk to me
Talks to the rainbows and to the seas
she talks to the trees
She don't talk to me
Don't talk to me

You know she drives me outta my mind
You know she drives me outta my head

She talks to birds ...

She's a little lost girl in her own little world
She looks so happy but she seems so sad
ah ah oh yea oh oh oh yea
She's a little lost girl in her own little world
I'd like to help her I'd like to try
ah ah oh yea oh oh oh yea

She talks to birds she talks to angels
she talks to trees she talks to bees
She don't talk to me
Talks to the rainbows and to the seas
she talks to trees
She don't talk to me
Don't talk to me
She don't talk to me
Don't talk to me
She don't talk to me
Don't talk to me
She don't talk to me
Don't talk to me

sábado, 15 de mayo de 2010

CORTO EL NIÑO DE OJOS DE CLAVO. Corto de Tim Burton



Tapa

Alice´s adventures in wonderland by Salvador Dalí





Alice´s adventures in wonderland by Salvador Dalí 2





Dialogo entre Alicia y el gato Cheshire

Texto sobre Alicia



Niño de pura y despejada frente en cuyos ojos brilla el asombro de un sueño: aunque el tiempo pase raudo y quiera que media vida me separe de la tuya tu tierna sonrisa acogerá con gozo el regalo, lleno de amor, de un cuento. No he visto tu cara radiante de luz ni he oido la caricia de tu risa de plata; la memoria de tu joven vida no guardará luego de mí recuerdo alguno... ¡Básteme ahora que quieras escuchar el cuento que te voy a contar! Una historia que comenzó en días ya pasados en el bochorno de una tarde de verano... Una simple canción servía para impulsar el ritmo de nuestro remar... sus ecos perviven aún en la memoria; los años envidiosos no lograrán hacérmelos olvidar. ¡Ven pronto y escucha, pues! Antes de que esa voz venga a anunciar la terrible nueva ¡Y ordene acostarse a la melancólica joven en ese lecho que tan poco desea!... Amada: no somos más que niños grandes que se agitan en vano cuando llega la hora de dormir Afuera, triunfan los hielos y azotan las nieves, brama la locura desatada del vendaval... Dentro, nos acoge el rescoldo del hogar y el nido feliz de la niñez. Quedarás prendado por las mágicas palabras: dejará de atemorizatte el furor de la tormenta. Y aunque la sombra de un suspiro quizá lata a lo largo de esta historia, añorando esos «alegres días de un estío de antaño» y el recuerdo desvanecido de un verano ya pasado... no ajará con su infeliz aliento la gracia encantada de nuestro cuento.

Poema para Alicia. Lewis Carrol




A boat beneath a sunny sky, Lingering onward dreamily In an evening of July -- Children three that nestle near, Eager eye and willing ear, Pleased a simple tale lo hear -- Long has pale that sunny sky: Echoes fade and memories die. Autumn frosts have slain July. Still she haunts me, phantomwise, Alice moving under skies Never seen by waking eyes. Children yet, the tale to hear, Eager eye and willing ear, Lovingly shall nestle near. In a Wonderland they lie, Dreaming as the days go by, Dreaming as the summers die: Ever drifting down the stream -- Lingering in the golden gleam -- Life, what is it but a dream?



Bajo un soleado cielo, una barca
se desliza calladamente
en el sueño de una tarde de verano...

Tres niñas se acurrucan muy cerca,
los ojos brillantes, el oído atento
quisieran oír un sencillo cuento...

Mucho ha ya de aquel soleado cielo,
se apagan sus ecos y su recuerdo...
El gélido otoño ha muerto aquel julio estival.

Mas su espíritu..., aún inquieta mi ánimo:
Alicia deambulando bajo cielos
que nunca ojos mortales vieron.

Aún querrán niños un cuento,
los ojos brillantes, el oído atento
acurrucándose amorosos a mi lado.

Penetran en un país de maravillas.
Soñando mientras pasan los días,
soñando mientras mueren los estíos.

Siempre deslizándose con la corriente...,
siempre flotando en ese rayo dorado...,
la vida, acaso, ¿no es más que un sueño?

* Carroll gustaba de hacer poemas acrósticos que contenian los nombres de sus amistades infantiles; este poema (que se encuentra al final del cuento) está dedicado a Alice Pleasence Liddell (¿a quién más sino?), cuyo nombre completo se forma tomando la primera letra de cada verso de este poema-dedicatoria en su versión en inglés.



sábado, 8 de mayo de 2010

Reconstrucción del poema de Sombras sobre vidrio esmerilado de J.J. Saer

Cuando una sombra sobre un vidrio veo



Veo una sombra sobre un vidrio. Veo

algo que amé hecho sombra y proyectado

sobre la transparencia del deseo

como sobre un cristal esmerilado

en confusión, súbitamente, apenas

vi la explosión de un cuerpo y de su sombra

ahora el silencio teje cantilenas

que duran más que el cuerpo y que la sombra

¡Ah! si un cuerpo nos diese aunque no dure

cualquier señal oscura de sentido

como un olor salvaje que perdure

contra las diligencias de ese olvido

y que por ese olor reconozcamos

cuál es el sitio de la casa humana

como reconocemos por los ramos

de luz solar la piel de la mañana.



Alfonsina Storni, Contra voz



Entierra la pluma y corta selvas imaginarias.

antes de atarte a los puños

como una llama Piden los hombres

el dolor de servir tu lengua,

a cosas estultas. tu cuerpo,

tu vida:

Por su punta,

como por los canales Tírate a una hoguera,

que desagotan el río, florece en la boca

tu agua se desparrama de un cañón.

y muere en el llano,

Una punta del cielo

La palabra arrastra limos, rozará la casa humana. (Mundo de siete

pule piedras, pozos, 1934)

viernes, 7 de mayo de 2010

poem from hector zazou's sahara blue album by Patti Smith

à dix heures le 10 Novembre 1891
le poète Jean Arthur Rimbaud
rencontra la FIN de son
adventure Terrestre
A.R.

devotions. to Arthur Rimbaud. he was young. he was so damn young. he was so god damned. Drunk with the Blood of Baby dolls. Mad laughter. power. running neck and neck with his vision was his demon. Sooner Stick his dick up the baby dolls ass. Shove pins in the heads of innocents. Bad seed with a golden spleen. Ha Ha. he has the last laugh. Blonde Hairs raveling in your vital breath. White hydrogen. Rimbaud. Savior of the forgotten scientists: the alchemists. alchemy. of The. The Word. The power of The Word. Love Rays. bullets on the alter. obscene ceremonies. leave no proof clues. gold. behind. Rimbaud blessé Rimbaud wounded Rimbaud: angel with sleeves of blue hair. [NO] light without shadow. Rimbaud was a rolling stone are all prophets persecuted? He was so damn young.

Copyright © Patti Smith





A las 10 horas del 10 de noviembre de 1891.

el poeta Jean Arthur Rimbaud encontró el fin de su aventura terrestre




Devociones.

A Arthur Rimbaud. él fue joven. él fue un joven maldito. Fue casi un dios maldito. Se alimentó con la sangre de jóvenes muñecas . El poder de su risa loca corriendo para mostrar la visión de lo que fue su infierno. De pronto su salud se golpeó contra las jovenes muñecas acicaladas como burros. Clavó alfileres en la cabeza de los inocentes. Mala semilla con una tristeza dorada. Já,Já él es el que se ríe último. Cabellos rubios que se enredan en su respiración vital. Hidrógeno blanco. Rimbaud. Salvador de los científicos olvidados: la magia de los alquimistas de La Palabra. La energía de la palabra. Los disparos de los rayos del amor en las ceremonias obscenas no dejan marcas doradas. Rimbaud bendito. Rimbaud herido de Rimbaud: ángel con mangas de cabellos azules. [ NO ] luz sin sombra. ¿Rimbaud fue una piedra rodante como todos los profetas perseguidos?

Fue un joven demasido maldito...

(C)Patti Smith

traducción al español FRANCISCO A. CHIROLEU (con eterna devoción a Patti Smith)

martes, 4 de mayo de 2010

El ángel. Rodolfo Wilcok

EL ÁNGEL


El ángel Elzevar está desocupado, lo único que sabe hacer es llevar mensajes pero ya no hay más mensajes que llevar, y entonces el ángel da vueltas revisando en la basura del gran basurero municipal en busca de restos de comida y sobras de fruta: algo tiene que comer. De noche, hizo la prueba de recorrer la orilla del río en calidad de prostituto todo servicio, y de hecho sabe hacer muchas cosas y su condición angélica lo exime de cualquier escrúpulo moral; pero la mayoría de las veces el encuentro termina mal, por ejemplo cuando el cliente, antes o después, descubre que Elzevar no tiene sexo: por lo que parece, en ciertas ocupaciones el sexo es particularmente requerido, e incluso indispensable. Para aplacar al desilusionado cliente, Elzevar le muestra un poco cómo vuela, primero a la derecha, después a la izquierda, después le pasa sobre la cabeza y le desordena los cabellos como una brisa ligera; pero los clientes de la orilla del río exigen algo más concreto que una normal exhibición de levitación; uno le mordió el tobillo en pleno vuelo, otro calvo con peluca lo llamó sodomita y un tercero lo denunció a la policía, basándose en un artículo del Código Penal que prohíbe exaltar la seducción y otros dos artículos del Código de Navegación Aérea relativos al vuelo urbano sin documentos. Después de lo cual Elzevar tuvo que mudarse a otro recodo del río, peligrosamente frecuentado por familias y pescadores con cañas, incluso de noche.

Estos inconvenientes, natural consecuencia de su desocupación temporaria, no pueden realmente preocupar a un ángel. Para comenzar los ángeles son inmortales, y son pocos los mortales que pueden decir lo mismo. En cuanto a la falta de mensajes, un día u otro tendrá que terminar. Nuevos emisores se están alistando, y los potenciales receptores por cierto no escasean. Ya en el pasado le sucedió estar sin trabajo por períodos más o menos largos, sin hacer nada. Basura de comer nunca le ha faltado; es verdad que la prostitución angélica ya no es lo que era , pero de cualquier forma, hasta que esté listo el nuevo mensaje, hay que seguir en contacto con los hombres. Mientras tanto Elzevar siempre puede encontrar trabajo en un circo, en tanto lamentablemente muchas cosas cambiaron desde que existe la televisión. Si el Gran Silencio durase mucho, otros caminos interesantes y poco recorridos se le abren: por ejemplo el cine underground, la aplicación de antiparasitarios, la manutención de computadoras, la limpieza de ascensores y los desfiles masculinos de moda.

El Libro de la risa y el olvido (fragmento). Milan Kundera

" La borró de la fotografía de su vida no porque no la hubiese amado, sino, precisamente, porque la quiso. La borró junto con el amor que sintió por ella. La gente grita que quiere crear un futuro mejor, pero eso no es verdad, el futuro es un vacío indiferente que no le interesa a nadie, mientras que el pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se rescriben las biografías y la historia. "

La muerte de la muñeca pintada. Raúl González Tuñón



“Todo el mundo está siempre tiro-

neando de una. Todos parecen querer

un pedazo de una. MARILYN MONROE.)





TODOS la tironeaban.

Hollywood le arrancó el pedazo más grande.

Sólo quedaba de ella el corazón

-Un Desolado Corazón-,

la lluvia pródiga de su cabellera,

la última claridad de su mirada

y una calle de infancia y abandono.



Construida en la fábrica de sueños

se rompió como un sueño

rodando en pesadilla al césped donde yacen

los gorriones caídos y el verano.



Y fue el tocante Réquiem para una Marilyn:

Los extras acunaron la muerte de la estrella

con un terrible blues de lágrimas oscuras.