sábado, 26 de junio de 2010

Curiosidades en la Naranja Mecánica





En el minuto 18:20 aproximadamente, después de aparecer el poster de la mujer y la serpiente, abajo aparecen las figuras de 4 cristos con el puño en alto. Esa imagen es la que aparece en una de las portadas del libro "El Anticristo" de Frederick Nietzsche

León Ferrari se reinventa con birome, plasticola y brillantina Share

"león barre todo aquello que edificó el deber ser/león llena el aire de desobediencia/león es más poético y menos político /león sabe que para ser político hay que ser poético"


De personaje blasfemo a venerable, León Ferrari ha cumplido un trayecto meteórico desde su polémica retrospectiva del 2004 en el Centro Cultural Recoleta hasta el multipremiado presente que inauguró el León de oro de 2007 en la Bienal de Venecia. Parte de esto es la muestra que abrió el martes en la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes en Palermo Chico completa el Premio Homenaje que le otorgó el año pasado la institución.

Quien acuda a ella esperando una nueva vuelta de tuerca de sus revulsivos cuestionamientos a la iglesia y al orden internacional muy probablemente se sentirá defraudado. León vuelve a sorprender con su renovada inventiva pero con una estrategia insospechada, dirigida a la pintura abstracta. Sí señores, Ferrari escultor, calígrafo irónico, articulador de colages, objetos y escenas deliberadamente blasfemas, investiga ahora las posibilidades de la pintura y el color en sus medios menos nobles: bolígrafos, plasticolas y brillitos. Guiado por ese afecto por lo plebeyo que es habitual en él, trabaja como un niño. Sí, literalmente como un niño porque sus materiales son los que los chicos usan en el jardín.

Sólo que él logra que irradien de un modo que hace recordar a los mosaicos bizantinos.

"Luces de León" se llama la muestra, por el título del rítmico texto en verso que escribió para ella Pablo Marchetti. El joven poeta, músico y editor, que podría ser su nieto, celebra en él a este artista total que no renuncia a nada: "león barre todo aquello que edificó el deber ser/león llena el aire de desobediencia/león es más poético y menos político /león sabe que para ser político hay que ser poético", dicen sus versos.

Y hay mucho más porque que referirse a León es dar cuenta de su compromiso, su poesía, su libertad, su irreverencia y su capacidad de divertirse y encantar al mismo tiempo. Será por eso que, como a Hamelin, el flautista, lo sigue una abultada corte de edades diversas, fascinada con su melodía. En ese sentido justo sería empezar por su familia. Esposa, hijos, nietos y entre estos últimos, Paloma Zamorano, la nieta que armó esta exhibición con veinte piezas de su más reciente producción, realizada en el taller al que acude todos los días. Y también continuar con Alicia, su esposa, convocada en esta ocasión a escribir en el catálogo donde habla de un León de entrecasa. Allí agradece a Doña Celia y Don Augusto, los padres del artista, porque le exigieron que completara una carrera de ingeniero industrial, "que le permitió formar y mantener una familia y la empresa Tantal Argentina SRL,", una metalúrgica en Castelar. Luego relata las vicisitudes que vivió la familia con la dictadura militar lo que no impidió avanzar en la búsqueda de felicidad que hoy les permite a ambos disfrutar de nietos y bisnietos.

"León no para y está viviendo un momento muy especial, como si estuviera más allá de todo", dice Paloma que también arregló para que Falopa, el grupo musical de Marchetti, aportara lo suyo la noche de la inauguración.

León disfrutó la música y recibió a todos con la bonhomía de siempre, eludiendo las expresiones polémicas que se esperan de él.

Menos contrariado por Bergoglio o los Santos Evangelios, León se entusiasma con estos brillos nuevos, sus marañas de trazos y esas superficies surcadas en las que trabaja con empeño todo los días para alumbrar novedades desmintiendo cualquier especulación sobre los efectos de la edad a los 90.

Cartas de un amigo en París





Anticipo exclusivo de un libro que reúne 127 misivas inéditas escritas por Julio Cortázar entre 1951 y 1983. En Cartas a los Jonquieres , el autor de Rayuela revela detalles de su vida en Francia, secretos de su obra y su mirada sobre el arte


París, 24 de febrero de 1952

Mi querido Eduardo:

[...] Es la noche del domingo, y descanso un poco, solo en mi cuarto, después de una semana llena de cosas, idas y venidas, curiosas experiencias, "peladas de frente" y grandes maravillas. Hay un gran silencio en la Cité porque es medianoche, los últimos grupos de estudiantes se han disuelto, y callan los aparatos de radio -uno o dos- de mi piso. Tengo conmigo a un gatito, que me toca alimentar y guardar esta noche, pues es el hijo colectivo de los habitantes del tercer piso. (Hace una semana lo salvé de morirse helado en la nieve, y como recompensa el tipo me chupó de tal modo un pulóver que había a los pies de la cama, que me lo dejó arruinado para siempre.) Pienso que hace dos años justos yo estaba en Venecia, disponiéndome a venir al misterioso París. Ya llevo aquí cuatro meses, y anoche, al hacer un balance mental de este tiempo, me daba cuenta de la asombrosa familiaridad con que me muevo en este mundo. Ahí está, ahora, el peligro. Es ahora que debo vigilar mi visión, mi manera de situarme frente a cosas que cada vez conozco mejor; es ahora que debo impedir que los conceptos me escamoteen las vivencias. Me aterraría (¡no me ha sucedido, por suerte!) pasar un día apurado frente a Notre-Dame y echarle apenas la ojeada sin intencionalidad que se dedica a los bancos o a las casas de renta. Quiero que la maravilla de la primera vez sea siempre la recompensa de mi mirada. Puedo darme el lujo de pasar cerca del Museo de Cluny y decirme: "Entraré otro día". Pero entrar ahí tiene que seguir siendo una cosa grave, última, la verdadera razón de mi presencia en París. Nos reímos de los turistas, pero te aseguro que yo quiero ser hasta el final un turista en París, el hombre que anota en su agenda: Jueves, ir a ver el San Sebastián de Mantegna... Es tan horrible advertir a cada minuto cómo las facultades intelectuales empiétent [desbordan] sobre las intuiciones puras, tratando de esquematizarte el mundo... Lo atroz de B.A. es que es materia mucho más intelectual que estética, y apresura ese horrendo proceso de cristalización de un hombre. Por eso los argentinos son gente de tanto "carácter" (!), de tanta "personalidad" -repertorios de ideas definitivamente fijas, cuajadas, sin movimiento posible. Todo el mundo tiene allí su opinión sobre las cosas, pero coincidirás conmigo en que basta opinar sobre una cosa para, en el mismo acto, dejar de verla. La idea de Wilde en su "Retrato de Mr. W. H." es realmente profunda: si en el acto de probar que una cosa es A o B, ocurre que de golpe se siente una angustia terrible y la sensación del descreimiento total en lo afirmado, ello se debe a que todo hombre inteligente y sensible sabe que una prueba es siempre otra cosa, que no toca para nada la realidad esencial de eso de que se habla. Yo quisiera que París se me diera siempre como la ciudad del primer día. Llevo aquí 4 meses: pero llegué anoche, llegaré otra vez esta noche. Mañana es mi primer día de París. [...]

Un muy gran abrazo, y que ésta te encuentre bien.

Julio

martes, 22 de junio de 2010

Tiempo de hornear ...en mi horno lleno de colores

Bla bl bla bla



Bukowski ,,,, bla..bla...freud... bla,bla... surrealismo... bla...bla.....postmodernos...bla..bla..bla...new wave´80...blababa

intelectualoides: gente preocupada en parecer interesante aparentando una virtud literaria que no poseen…

jueves, 17 de junio de 2010

Almagro ...

Me abriste el pecho en dos
con un flechazo certero
y espiarte paso
a ser una parada más

en mi ruta cotidiana
una mirada, una semana
peleándome por vos
contra mi mundo por vos

Durmiendo en soledad
se duerme abrazado a los miedos
y sin tener valor
enloquecí a mi alrededor

un baldazo de agua fría
un sueño en pesadilla al ver
cerrado el local de ilusión
sin que supieras quien soy

Un panfleto supo dar cierto coraje
y supiste ser mi enana y mi gigante
pase de esconderme a querer profanar las puertas del Edén
y pisé en falso en la estación de tren

Y tu tiempo me dijo al oído
"estoy clausurado para el que no pelea"
despertando el otro lado de la moneda

Operando volvió con ingenio armando al ruedo
demostrando el doctor
que el pulso no temblaba más

se acortaron las distancias
Almagro, Haedo se fundieron en un fuego
que pretende ser eterno

Hoy ya no existe más
aquel que teme a los abismos
y es hoy gracias a vos
que mis miedos tienen terror

es tu risa que desarma
todas mis tropas se rindieron
a tu reino de enseñanzas

Un panfleto supo dar cierto coraje
y supiste ser mi enana y mi gigante
sentí que el destino esperaba jugarme a matar o morir
vencí a ese extraño que supo habitar en mí

Este hombre sensible no cruza los brazos
no cree en refutar leyendas
demostró que tu amor no lo gana cualquiera

Y tu tiempo me dijo al oído
"estoy clausurado para el que no pelea"
despertando el otro lado de la moneda

Este hombre sensible no cruza los brazos
no cree en refutar leyendas
demostró que tu amor no lo gana cualquiera

miércoles, 16 de junio de 2010

again

..alguna deformidad en el espejo
el tono equivocado en el momento equivocado y con la persona equivocada

es que, apareció el color mientras descendía al infierno, caían rayos destellantes y traté en vano de agarrarme de ellos, usarlos como alas, pero solos me rodeaban, me envolvían... mientras seguía cayendo.

y nos abrazamos con manos y piernas y dijimos esas palabras que suelen tener significado y sentido cuándo el milagro ha de ocurrir.

pero era un espejismo ( otro, y ya vaan ) y seguí cayendo ...sin colores, sin figuras, sin brazos y sin palabras ...todos están prohibidas, y cuándo digo todas, quiero decir esas que te salvan del monstruo ...

viernes, 11 de junio de 2010

Buscar / En honor de una pérdida. A. Pizarnik


BUSCAR

-

No es un verbo sino un vértigo. No indica acción.

No quiere decir ir al encuentro de alguien sino

yacer porque alguien no viene.




EN HONOR DE UNA PÉRDIDA

-

La para siempre seguridad de estar de más

en el lugar en donde los otros respiran.

De mí debo decir que estoy impaciente

porque se me dé un desenlace menos trágico

que el silencio. Feroz alegría cuando encuentro

una imagen que me alude. Desde mi respiración

desoladora yo digo: que hay lenguaje

en donde tiene que haber silencio.

-

Alguien no se enuncia. Alguien no puede asistirse.

Y tú no quisiste reconocerme cuando te dije lo

que había en mí que eras tú.

Ha tornado el viejo terror:

haber hablado nada con nadie.

-

El dorado día no es para mí. Penumbra del cuerpo

fascinado por su deseo de morir. Si me amas

lo sabré aunque no viva. Y yo me digo:

Vende tu luz extraña, tu cerco inverosímil.

-

Un fuego en el país no visto.

Imágenes de candor cercano. Vende tu luz,

el heroísmo de tus días futuros.

La luz es un excedente de demasiadas

cosas demasiado lejanas.

-

En extrañas cosas moro.


Se prohíbe mirar el césped






Maniquí desnudo entre escombros.

Incendiaron la vidriera, te abandonaron

en posición de ángel petrificado.

No invento:

esto que digo es una imitación de la naturaleza,

una naturaleza muerta.

Hablo de mí, naturalmente.

miércoles, 9 de junio de 2010

guau guau...

Adoré ese cigarrillo taaaaan de trampa ...

( perrito taaan bb tenías que ser)

domingo, 6 de junio de 2010

Todo en nombre de Dios. Angel Pestime





Sopló el hamsín, el viento sur de la tierra espantosa.
Durante cinco días sopló dentro de mí.
Nubes de calor y polvo del desierto
tallaron y vaciaron mi corazón
hasta convertirlo en un cáliz
para el humo de los inciensos

El sol del crepúsculo prendió la Cúpula de la Roca.
Todo en nombre de Dios:
la sangre de los niños al salir del colegio,
las viviendas arrasadas por las excavadoras,
los olivos arrancados de cuajo…
Todo un pueblo arrancado de cuajo.

.
Ángel Petisme
Ciudad de espejos

Arte Huidobro

Las palabras siguen su viaje, Margaret Atwood


Las palabras siguen su viaje

-

-

¿Sufren en realidad los poetas más

que otra gente? ¿No es sólo

que a ellos les toman fotos

y se les ve hacerlo?

Los manicomios están llenos de aquellos

que nunca escribieron un poema.

La mayoría de los suicidas no son

poetas: una buena estadística.

-

Algunos días sin embargo quiero, todavía,

ser como otra gente;

pero entonces voy y hablo con ellos,

esa gente que se supone que son

distintos, y se parecen mucho a nosotros,

excepto que carecen de esa cosa

que pensamos que es una voz.

Nos decimos entre nosotros que ellos son más débiles

que nosotros, menos definidos,

que ellos son lo que nosotros definimos,

que les estamos haciendo un servicio,

que nos hace sentir mejor.

Ellos son menos elegantes en el dolor que nosotros.

-

Pero mira, dije nosotros. Aunque pueda odiar tus tripas

individualmente, y nunca quiera verte,

aunque prefiera pasar el rato

con dentistas, porque aprendo más,

hablé de nosotros en plural, nos uní

como los miembros de alguna caravana de la muerte

que es como nos veo, viajando juntos,

las mujeres con velo y de una en una, con esa mirada

hacia adentro y los ojos desviados,

los hombres en grupo, con sus bigotes

y pasatiempos y baladronadas

-

en el lugar al que estamos pegados, el lugar que hemos escogido,

un peregrinaje que tomó un rumbo equivocado

en alguna parte hace mucho y terminó

aquí, a plena luz

del sol, y las sombras duras rojinegras

desplegadas por cada piedra, cada árbol muerto misterioso

en sus particularidades, su doble gravedad, pero flotando

también en la aureola de piedra, de árbol,

-

y no estamos más malditos en realidad que nadie, mientras vamos

juntos a través de este terreno lunar

donde todo está seco y agoniza y está

tan vivo, hacia las dunas, desvaneciéndonos fuera de campo,

desvaneciéndonos fuera de la vista de los demás,

desvaneciéndonos incluso fuera de nuestra propia vista,

buscamos agua.

-

-

Margaret Atwood

Las palabras siguen su viaje

Luna nueva, 1984

Traducción de Luis Marigómez

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-

……………

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-

The words continue their journey

-

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Do poets really suffer more

than other people? Isn’t it only

that they get their pictures taken

and are seen to do it?

The loony bins are full of those

who never wrote a poem.

Most suicides are not

poets: a good statistic.

-

Some days though I want, still,

to be like other people;

but then I go and talk with them,

these people who are supposed to be

other, and they are much like us,

except that they lack the sort of thing

we think of as a voice.

We tell ourselves they are fainter

than we are, less defined,

that they are what we are defining,

that we are doing them a favor,

which makes us feel better.

They are less elegant about pain than we are.

-

But look, I said us. Though I may hate your guts

individually, and want never to see you,

though I prefer to spend my time

with dentists because I learn more,

I spoke of us as we, I gathered us

like the members of some doomed caravan

which is how I see us, traveling together,

the women veiled and singly, with that inturned

sight and the eyes averted,

the men in groups, with their moustaches

and passwords and bravado

-

in the place we’re stuck in, the place we’ve chosen,

a pilgrimage that took a wrong turn

somewhere far back and ended

here, in the full glare

of the sun, and the hard red-black shadows

cast by each stone, each dead tree lurid

in its particulars, its doubled gravity, but floating

too in the aureole of stone, of tree,

-

and we’re no more doomed really than anyone, as we go

together, through this moon terrain

where everything is dry and perishing and so

vivid, into the dunes, vanishing out of sight,

vanishing out of the sight of each other,

vanishing even out of our own sight,

looking for water.

-

-

Interlunar, 1984.

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Los poseidos entre las lilas 2. Alejandra Pizarnik

Si viera un perro muerto me moriría de orfandad pensando en las caricias que recibió.

Los perros son como la muerte: quieren huesos. Los perros comen huesos.

En cuanto a la muerte, sin duda se entretiene tallándolos en forma de lapiceras, de cucharitas,

de cortapapeles, de tenedores, de ceniceros. Sí, la muerte talla huesos en tanto el silencio

es de oro y la palabra de plata.

Sí, lo malo de la vida es que no es lo que creemos pero tampoco lo contrario.


-

Restos. Para nosotros quedan los huesos de los animales y de los hombres.

Donde una vez un muchacho y una chica hacían el amor,

hay cenizas y manchas de sangre y pedacitos de uñas y rizos púbicos y una vela doblegada que usaron con

fines oscuros y manchas de esperma sobre el lodo y cabezas de gallo y una casa derruida dibujada

en la arena y trozos de papeles perfumados que fueron cartas de amor y la rota bola de vidrio de una vidente y lilas

marchitas y cabezas cortadas sobre almohadas como almas impotentes entre los asfódelos

y tablas resquebrajadas y zapatos viejos y vestidos en el fango y gatos enfermos y ojos incrustados

en una mano que se desliza hacia el silencio y manos con sortijas y espuma negra que salpica

a un espejo que nada refleja y una niña que durmiendo asfixia a su paloma preferida y pepitas de oro negro

resonantes como gitanos de duelo tocando sus violines a orillas del mar Muerto y un corazón que late

para engañar y una rosa que se abre para traicionar y un niño llorando frente a un cuervo que grazna,

y la inspiradora se enmascara para ejecutar una melodía que nadie entiende bajo una lluvia que calma mi mal.

Nadie nos oye, por eso emitimos ruegos, pero ¡mira! el gitano más joven está decapitando con sus ojos de serrucho

a la niña de la paloma.

....


No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y

hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la

entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes,

gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las

alude,

signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y

barrenan,

y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle

para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos,

aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno

baldío,

no,

he de hacer algo,

no,

no he de hacer nada,

algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa entro de mí con

ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa

inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir, por eso nos perdemos, yo y el poema, en la

tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al

encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser

Tiresias, Ilota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos

de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar,

como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme.

Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una

patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía,

alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación

de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual

partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán

era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no

contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se

distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música

estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del

encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este

poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes

con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en

mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a

los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas.

(Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto…)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que

extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado

por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la

muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo

hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una

trampa, un escenario más.

Cuando el baco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la

amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o

fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la

noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo

con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.

Affiche. Alejandra Pizarnik

me esforcé tanto

por aprender a leer

en mi llanto

Azul. Alejandra Pizarnik


mis manos crecían con música

detrás de las flores

pero ahora

por qué te busco, noche,

por qué duermo con tus muertos