sábado, 14 de mayo de 2011

NOCTURNO SUICIDIO. SILVANA D’ANTONI

Escuché el grito de la sangre, no
el mío.

Sentí el calor del torrente,

que me mojaba las manos

que brotaba de mi cuello

para perderse en un hilo.

Y me vi, muerto

con el silencio incrustado en el
cuerpo,

sin sombra,

dormido.