miércoles, 25 de mayo de 2011

Fragmentos y dibujos de de Alejandra Pizarnik




Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.




segismunda: ¿en que pensás?
carrol: quiero ordenar lo de aquí (se toca la cabeza con ambas manos), hay como cinco chicos mendigos saltando mi cerca mental, buscando aperturas, nidos, cosas para romper o robar, quiero hacer orden.
seg: ¡orden!, que es esa mentira?
car: aunque sea una falacia quiero hacer orden. Para mi es la flor azul de Novalis, es el catillo de Kafka.
seg: decí mejor que es tu musa de mala pata.
car: Yo se que es idiota, pero es lo único que quiero verdaderamente. Un espacio mío, mudo, ciego, inmovil, donde cada cosa esté en su lugar, donde haya un lugar para cada cosa. Sin voces, sin rumores, sin melodias, sin gritos de ahogados.
seg: ¿es eso todo lo que querés?
car: quiero un poco de orden para mí, para mi solo.
seg: no andarás enfermo.
car: Estás profanando mi sueño. El orden es mi único deseo, por lo tanto es imposible. En consecuencia, no creo estar molestando a nadie deseando cosas imposibles.






Plateado ser.-
que esperanza traicionera es la de mi espera
que ya no desespera por tu querer…

Alineaciòn, desprotección de escucha
no me dejes sin saber tu rostro…

Alma amurada al mundo terreno_.
què cantas al cielo
por una señal, ja ja inútilmente me has despreciado
¡que temes! ¡Te mueres de miedo¡
que ni me registras
Y yo por ti muero






Aquí la sangre mora entre mis venas
callada ardiendo en el lienzo de tu nombre.
¡Amor, qué palabra necia!
¡Que sentido se ahoga en un absurdo!
y éste es el infierno que no te encuentra pero te presagia,
es la agonía puntual esclava y el oficio de mi sombra
la espina se me ha vuelto enredadera en el silencio
y ahora me grita su noche de clavos hendidos en la frente.



Val.: Yo espero que resuciten los vivos, aunque a mi padre no le dijeron, padre he aquí tu hijo.
Nora: Llorabas y te daban de comer. Llorabas y te cambiaban los pañales. Escribías y te daban de llorar.
Val.: Ahora que me he ido, un gato llora afuera de la casa que no es suya.
Nora se pone a ladrar.
Val.: Todo está bien, Nora, todo no está.
Nora: Ni gatos ni moscas, por la mosca que cayó en tu sopa, mientras escribías el poema, ahora es el poema de la mosca. Cuándo le dirás al hombre que arregla el alumbrado público que escriba el poema del aire.
Nora continúa ladrando.
Val.: ¡Ojala pudiera vomitarse el alma!