sábado, 21 de mayo de 2011

Ejércitos de la oscuridad, Silvina Ocampo

 (a Alejandra)

Conozco un guardián de plaza al que le amputaron una pierna. Evita le regaló una pierna que hizo traer de Alemania. "Era la última palabra en materia de piernas ortopédicas." El guardián nunca pudo usarla. (No fue por culpa de la pierna, que era perfecta, sino por culpa del muñón.) Guardó la pierna de recuerdo adentro de una caja, como vino de Alemania. Hace tiempo que no se la prueba. "Servirá para mis nietos, Dios no lo quiera." Así me dijo.

Me acordé de mi padre: a mi padre también le amputaron una pierna. Volví a verlo cuando había aprendido a manejar la pierna. Después de la operación me dijeron que no le mirara la pierna. ¿Cómo podía mirarle una pierna que le faltaba? Yo tenía cinco años.

Desde la infancia veo en la oscuridad total de un cuarto, cuando estoy por dormirme, una suerte de raudo ejército azul y colorado que avanza en dirección a mí hasta que se pierde y vuelvo a recuperarlo en otro ángulo de la oscuridad, donde aparece para hacer la misma trayectoria. Me dirán que ese ejército podría ser un campo sembrado de jacintos, los hay rojos y los hay azules. Podría ser también el tablero de un juego con fichas vistosas, pero nunca se me ocurrió que pudiera ser otra cosa que un ejército de soldaditos vestidos de azul y de colorado que avanzan unidos como un solo soldado. Ese ejército fue siempre para mí el ejército de la noche. No sólo en la noche hay oscuridad, ya lo sé, pero de todos modos en el sitio en que lo vi con más frecuencia fue en la noche, que para mí es un sitio, el más importante del mundo. En el momento en que aparece el ejército de la noche pienso, recuerdo, elucubro ideas e imágenes que no reconozco durante el día. Y ese ejército de pequeñísimas ideas, de recuerdos, de imágenes de mi mente pugna por vivir y trata de matarme porque sus divisiones son a veces mansas como corderos o dulces como la miel, pero otras veces silban o gritan o manejan cuchillos y venenos, se agazapan en los infinitos laberintos inexplorados donde las pierdo de vista para volverlas a encontrar en el sitio donde las espero de nuevo: la oscuridad.