sábado, 26 de septiembre de 2009

El miedo. Segunda parte.



¿Cómo se logra esa dualidad?. No es fácil. Se logra sin querer, a veces. No
son agradables los ejercicios a los que hay que someterse. Se empieza por la
sombra proyectada sobre la arena, que se aleja y se acerca, para lograr que la
sombra tenga su individualidad; luego, a través del sueño, hay que renunciar a
una parte importante de la nutrición; a las naranjas, si te gustan las naranjas, a
la espinaca, si te gusta la espinaca, como decía mi amiga, al sentimiento de la
posesión absoluta, al placer, a la habilidad para recrear por cualquier arte a la
música, a la amistad en el amor. Después de varios años de sacrificio se agrega
a nuestro ser otro ser como un mellizo que nadie ve pero que está latente con su
voz propia, con los apetitos, con su dominio; pero esto se logra después de un
número infinito y sucesivo de orgasmos que van formando la vida de ese ser
abstruso. De este modo logré el orgullo más absoluto, el de ser dual, no el
orgullo de no tener miedo. Deambulé por casas inmensas, vacías, durmiendo
sobre la frialdad de las baldosas o de las alfombras. Penetré en bosques donde la
luz del cielo no llegaba, sin miedo porque iba acompañada, donde las
enredaderas eran animales prehistóricos. Me alojé en un hotel sin aire, donde los
paisajes y el cielo pintado eran ventanas que no se abren, y los sillones eran
brazos y pies de personas, los baños millones de mosquitos que proyectaban
cocodrilos diminutos que lanzaban un agua verde por las fauces. Llegué a una
ciudad donde los hombres no hablaban, sólo gesticulaban quejándose, sin miedo
porque nos reíamos juntos de la voz gutural de los habitantes extraños, vestidos
con plumas. Cuando no hay miedo no hay ganas de morir y lo atroz se vuelve
hermoso, de modo que todo lo que no me había gustado antes empezó a
gustarme. La felicidad nació. Todo es felicidad porque lo abstruso gobierna al
mundo, lo imposible también. Decime ahora si vale la pena morir. En mi próxima
carta te contaré mis aventuras de este mundo.