martes, 7 de abril de 2015

¿Cómo puede doler tanto caminar? Werner Herzog


Un único pensamiento omnipresente: irse de acá. Las personas me dan miedo. Nuestra Eisner no debe morir, no va a morir, yo no lo permito. No morirá, no. No ahora, no lo tiene permitido. No, no va a morir porque no está muriendo. Mis pasos son firmes. Y ahora tiembla la tierra. Cuando yo camino, camina un bisonte. Cuando descanso, reposa una montaña. ¡Cuidadito! No lo tiene permitido. No lo hará. Cuando llegue a París, ella estará con vida. No será de otra manera porque no está permitido que lo sea. Ella no tiene permitido morir. Más tarde ta vez, cuan nosotros lo autoricemos. ** En mi mano sentía aún la pequeña mano de mi pequeño hijo, esa rara manito en la que el pulgar se deja doblar en contra de la articulación de manera tan peculiar. ** Sólo si fuera una película creería que todo esto es real. ** Tras estos pocos kilómetros a pie sé que no estoy cuerdo; la certeza me viene desde las suelas. ** Un chico con campera, increíblemente triste, toma Coca atascado entre dos adultos. ** Afuera, en el frío, las primeras vacas; eso me emociona. ** Cuervos vuelan hacia el este, con el sol bien bajo por detrás. Campos pesados y húmedos, bosques, mucha gente a pie. Un ovejero echa vapor por el hocico. Alling, cinco kilómetros. Por primera vez, miedo a los autos. ** ¡No, negativo! ¡Los cuervos, que hagan lo que quieran! ¡No voy a mirar ahora! ** Los adolescentes en sus ciclomotores avanzan sincrónicamente hacia la muerte. ** A la memoria me vienen nabos no cosechados, pero juro por Dios que no hay nabos sin cosechar a mi alrededor. ** La zona que atravieso apesta a rabia. Si estuviera sentado en uno de los silenciosos aviones que pasan por acá arriba, en una hora y media llegaría a París. ** Hasta qué punto nos hemos convertido en los autos en los que vamos sentados es algo que se ve en las caras. **Un campo de trigo no cosechado, invernal, ceniciento., que crepita, y sin embargo no hay viento. Es un campo llamado Muerte. Encontré en el piso un pedazo de papel artesanal blanco, empapado de humedad, y lo levanté, ávido por poder leer algo en la cara que estaba apoyada sobre el campo mojado. Sí, estaría escrito. Ahora que el papel está vacío, ninguna decepción. ** La curiosidad me lleva al lugar correcto. ** (...) cuido cada movimiento como un animal, y creo que también tengo pensamientos de animal. ** Le dije que su perro me gustaba más que él. ** A la entrada del pueblo vi una vieja chiquita de piernas curvas con la demencia grabada en el rostro. ** Una bruma fría se aleja de los sembradíos agrietados. Dos africanos caminaban adelante mío, enfrascados en su conversación y haciendo ademanes bien africanos. ** El camino se hace largo. ** Oigo al pasto, pero no lo veo. ** Philipp escribía palabras en la arena delante mío: mar, nubes, sol, luego una palabra inventada por él. Nunca hasta ahora le ha dicho jamás a nadie ni siquiera una sola palabra. En Pestenacker la gente me parece irreal. ** Álamos flacos y deshojados, un cuervo vuela aunque le falta un cuarto de ala, eso anuncia lluvia. ** Las nubes avanzan en mi dirección. Dios mío, qué pesados están los campos por la lluvia. ** Acá hay pegado un anuncio de que mañana se cortará la electricidad, pero en cien metros a la redonda no se ve nada eléctrico. Lluvia. ** No vida, salvo eso. Estuve parado infinitamente en la carnicería, con pensamientos asesinos. ** La moza en la taberna entendió todo de una sola mirada; eso me hizo bien, ahora me siento mejor. ** A partir de este punto me quedo sin mapa. ** Al mirar por la ventana había un cuervo sobre el techo de enfrente, sin moverse y con la cabeza inclinada en la lluvia. Mucho más tarde seguía en el mismo lugar, inmóvil y congelándose, solitario y silencioso con sus pensamientos de cuervo. Me corrió por dentro un sentimiento fraternal y la soledad llenó mi pecho. ** Cuando me acerco, los poblados se hacen los muertos. ** ¿Cómo puede doler tanto caminar? Werner Herzog [Del caminar sobre el hielo; Entropía, 2015]