lunes, 18 de julio de 2011

Fragmentos de " Azul casi transparente " Ryu Murakami

“No era el sonido de un avión. Era el zumbido de un insecto, en algún lugar detrás de mi oreja. Más pequeño que una mosca, revoloteó por un momento ante mis ojos, luego desapareció en un oscuro rincón de la habitación”…

“Enterré mi rostro en la almohada… A intermitencias, un fuerte dolor me apretaba el corazón, parecía como si lo estrangulara. Las venas de mis sienes retumbaban. Cuando cerraba los ojos, sentía pánico, como si cayese a una velocidad terrible por un tobogán interminable. La imagen de una mujer arrojándose desde un alto edificio flotaba en mi mente”…

“La lente de la Nikomat reflejaba un cielo oscuro y un sol minúsculo. Retrocedí, buscando un encuadre, y tropecé con Kei, que entraba”…

“El paisaje desde la ventana era nublado, como lechoso…. Un zapato de agudo tacón estaba caído, de lado, al lado de la cocina. Asomaba el tacón y la curva de recio cuero negro era tan lisa como la ingle de una mujer… Afuera, en el estrecho espacio que podía ver a través de la puerta entreabierta, estaba el Volkswagen amarillo de Lilly. Las gotas de lluvia chocaban contra la carrocería; algunas, las más pesadas, caían deslizándose lentamente, como los insectos adormilados por el invierno… La gente pasaba, como sombras”…

“Gruesas nubes se movían libremente… Con aquella pared de fondo, pude ver con claridad caer la fina lluvia. Sobre el tejado había espesos nubarrones, parecía como si alguien hubiese estado aplicando capas y más capas de pigmento gris. El cielo en el estrecho rectángulo para mí visible era la parte más brillante… Una fina línea negra atravesaba aquella porción de cielo. Tal vez sea un cable eléctrico, pensé, o la rama de un árbol, pero arreció la lluvia y al poco tiempo ya no podía verse nada”…

“La lluvia producía diferentes sonidos en distintos lugares… Afuera, el húmedo escenario parecía apacible. Sus inciertos contornos recogían gotas de lluvia, y las voces y los sonidos de los coches tenían sus filos como suavizados por las plateadas agujas de lluvia”…

“Todo refulgía con una luz propia. La lluvia magnificaba y ampliaba cada detalle. La luz proyectaba sombras racheadas azules y blancas en las paredes… Debemos estar yendo bajo tierra ahora, por un túnel seguro. No pueden verse las estrellas y el agua del alcantarillado corre por todas partes”…

“Siempre ocurre igual, cuando viajo y también cuando miro afuera los días de lluvia”…

“La alambrada se fue volviendo como oro incandescnete. Vista de cerca, la luz hacía pensar en una barra de hierro al rojo vivo… El círculo de la luz se detuvo cerca nuestro. El vapor subía de la tierra. La tierra, la hierba, el hormigón de la pista de aterrizaje, todo se volvió blanco como vidrio fundido”…

“Entonces, por un instante, a la luz azul pálido del relámpago todo se hizo transparente. Y entonces descubrí una línea curva atravesando la transparencia”…

“El recorte de esta sombra de ciudad reflejada tomaba una cuerva de extrema delicadeza… Como el neblinoso y oleado horizonte del mar. El fragmento de cristal bañado por el aire del amanecer era casi transparente… Era de un azul inerme, casi transparente”…

“Campos de flores y montañas y bosques, los vez y al poco tiempo ya no los ves más, así que se mezclan en tu cabeza con lo que ibas pensando… Aquel filtro perdido de la cámara y los campos de flores y las montañas, todo se une… Y entonces yo lentamente los coordino a mi gusto, las cosas que veo y las cosas que pienso, rebuscando en mi memoria sueños y libros que he leído, para hacer, cómo diría, una foto, sí, una escena como una foto de souvenir”…

“Una neblina de olor dulzón flotaba ante mis ojos. Mientras iba respirando me olvidaba de quién era. Pensé que muchas cosas fluían gradualmente de mi cuerpo, me convertí en una marioneta”…

“El interior de la esfera de cristal seguía hirviendo… El humo púrpura se mezcló con el vapor que salía de la cafetera… En la oscura pantalla de la televisión, mis ojos turbios se reblandieron como metal a punto de derretirse, y en voz baja le dije a aquel yo al borde de la licuefacción: ¿Quién eres tú?. ¿De qué estás hecho?”…

“La superficie del cristal se empañó de blanco y empezó a elevarse vapor. La llama temblorosa de la lámpara de alcohol se reflejaba en la ventana… Las sombras se agitaban y cabalgaban, dibujando movimientos complicados, como cosas vivas, igual que amebas dividiéndose sin fin, multiplicándose”…





“Pero aquella vez temblando en el húmedo banco, me había dicho a mí mismo: ¿No está el mundo todavía bajo tus pies?. No te asustes: El mundo está todavía debajo tuyo”.