martes, 28 de diciembre de 2010

La mala reputación. George Brassens

Hace mucho tiempo se popularizó una canción de un anarquista, musico y poeta francés, Georges Brassens, llamada La Mala Reputación, con motivo del Mayo francés.
Si bien el autor apuntaba sobre todo a la sociedad pacata que no aceptaba a los que pensaban diferente, el mundo entero tomó esta canción como una protesta social y antimilitarista
Esta canción no solo tolero el paso del tiempo, sino que se convirtió en un himno, en la bandera de todos aquellos que amamos la libertad y la independencia.
Hay cientos de versiones, con ligeras variantes en su letra, y me parece bien que cada uno la haga a su manera siempre y cuando sea con profundo sentimiento y convicción.


En mi pueblo sin pretensión
tengo mala reputación,
que haga lo que haga es igual
todo lo consideran mal.
Yo no pienso pues hacer ningún daño
queriendo vivir fuera del rebaño.

No, a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
no, a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
todos, todos me miran mal,
salvo los ciegos, es natural.

Cuando la fiesta nacional
yo me quedo en la cama igual,
que la música militar
nunca me pudo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
que el de no seguir al abanderado.

No, a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
y a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
todos me muestran con el dedo,
salvo los mancos, quiero y no puedo.

Si en la calle corre un ladrón
y a la zaga va un ricachón,
zancadilla pongo al señor
y he aplastado el perseguidor.
Eso si que sí que será una lata,
siempre tengo yo que meter la pata,.

Y a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
Y a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
todos tras de mi a correr,
salvo los cojos, es de creer.

Ya se con mucha precisión
como acabara la función
no les falta mas que el garrote
para matarme como a un coyote
a pesar de que no arme ningún lío
con que no va a Roma el camino mío.

No hace falta saber latín
yo ya se cual será mi fin,
en el pueblo se empieza a oír,
muerte, muerte al villano vil.
Yo no pienso pues armar ningún lío
con que no va a Roma el camino mío.

No, a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
no, a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe,
tras de mi todos a ladrar.
salvo los muros, es de pensar.