"Dilo, no hay ideas sino en las cosas" - William Carlos Williams, "Patterson
Un sombrero normal y corriente descansa sobre una mesa de madera normal y corriente. Un extraño aparato -algo así como un gigantesco y peligroso secador de pelo- cuelga a su lado. Un tranquilo visitante detecta una curiosa etiqueta sobre un botón negro: 216 km/h . Cuando el despreocupado espectador aprieta el botón, un súbito y brutal ruido alarma a todos los asistentes mientras el sombrero negro sale disparado e impacta contra la pared. Pocos segundos después, el avergonzado visitante recoge el sombrero del suelo y lo deposita de nuevo sobre la mesa. La extraña instalación se mantiene quieta, silenciosa, esperando a su próxima "víctima". Es "Mesa con sombrero" (2005), una bonita bienvenida al mundo de Roman Signer.
Mientras los artistas "normales" usan medios abstractos y carentes de sentido por sí solos para crear ideas o representaciones reconocibles, el suizo Roman Signer emplea objetos de la vida diaria para producir sensaciones inexplicables. Las instalaciones de Signer -quien se define a si mismo como "homo faber"- son el resultado de un profundo estudio sobre la a veces engañosa relación causa-efecto. Las obras del artista suizo ofrecen al espectador la posibilidad de interactuar con ellas, haciéndoles tomar parte en el proceso creativo.
La obra más publicitada en la exhibición es "Bicicleta" (2006), una vieja bici partida en tres partes, como si hubiera sido sometida a un potro de tortura. La obra -cuyo cadáver yace en una habitación alargada- ha sido creada ex profeso para esta exhibición. Su ferocidad contrasta con la perturbadora serenidad de "Balken" (1995) una obra más temprana de Signer, consistente en una bota atrapada entre nueve bloques de madera.
Pese a lo espectaculares que son esas obras, no admiten comparación con "Tiro al globo", una instalación consistente en dos monitores de TV, uno frente a otro. Uno de ellos muestra al artista apuntando al monitor opuesto, en el que se contempla un solitario globo. Cada medio minuto -más o menos- Signer dispara y el globo revienta. Resulta interesante -aunque no del todo sorprendente- que los visitantes parecen reacios a pasar entre ambos monitores, como si una bala virtual pudiera salir de uno de ellos, directamente hacia sus cabezas.
"Kayaks" (2003) es una obra mucho más ambiciosa. Consiste en un grupo de 11 kayaks colgados verticalmente, creando un bosque rojo, brillante y de plástico. Hay algo etéreo en la manera en que los kayaks cuelgan, como flotando en un campo de gravedad cero. El Lobo caminó entre ellos durante unos minutos, pensando en kayaks, botellas de Coca-Cola y cipreses de Van Gogh. Bien es sabido que el arte es una cuestión de percepción. Y en el mundo de Signer, la percepción es en lo único que puedes creer.