las escalinatas emulan el sexo de un pájaro expandido sobre los omóplatos del cielo. hay alguien ahi? preguntan sus alas. hay alguien hilvanando el silencio entre las palabras? el plexo tirita un amargo recuerdo de eras congeladas en la mar del arriba: allí ya no hay nadie. el cuenco en su pecho oscila. rocía un anochecer líquido. membrano. camufluo. asexuado y albino. cresta que se le para porque allí ya no hay nadie. manos o pelos. pupilas ni vómitos. no hay silencios humanos. rompen su plexo. obstruyen sus comisuras con hierbas. pero son distintas manifestaciones del vacío. la ascensión se hace descalzo, en silencio y con el morral repleto de sangre. se moja cada escalón. se deja la marca. y se sigue.