Frases finales del Libro de la Memoria.
De una carta de Nadezhda Mandelstam a Osip Mandelstam, fechada el 22-10-38, y no
enviada nunca.
«No tengo palabras, amado mío, para describir esta carta... La estoy escribiendo en el
espacio vacío. Tal vez regreses y no me encuentres aquí y entonces esto será todo lo que
tengas para recordarme... La vida puede durar tanto tiempo... ¡Qué dura y larga se nos
hace la muerte en soledad! ¿Es justo un destino así para nosotros que somos inseparables?
Cachorros y criaturas, ¿nos merecemos esto? ¿Acaso merecías esto, ángel mío? Todo sigue
igual que antes. No sé nada, y sin embargo lo sé todo. Cada día y hora de tu vida están claros
para mí como en un delirio. En mi último sueño, yo compraba comida para ti en el
sucio restaurante de un hotel, rodeada de un montón de desconocidos. Después de
comprar la comida, me daba cuenta de que no podía llevártela porque no sabía dónde
estabas... Cuando desperté, le dije a Shura: "Osia está muerto". No sé si aún estás vivo,
pero desde que tuve aquel sueño, he perdido tu rastro. No sé dónde estás. ¿Me
escucharás? ¿Sabes cuánto te quiero? Nunca pude decirte cuánto te amo, ni siquiera puedo
decírtelo ahora. Te hablo a ti, sólo a ti. Tú estás siempre conmigo, y yo que siempre fui tan
valiente y colérica que nunca aprendí a derramar unas simples lágrimas, ahora lloro, lloro
y lloro... Soy yo, Nadia. ¿Dónde estás?»
Coloca una hoja de papel en blanco ante sí sobre la mesa y escribe estas palabras.
El cielo es azul, negro, gris y amarillo. El cielo no está allí y es rojo. Todo esto ocurrió
ayer, todo esto ocurrió hace cien años. El cielo es blanco, huele a tierra y no está allí. El
cielo es blanco como la tierra y huele a ayer. Todo esto ocurrió mañana, todo esto
ocurrió dentro de cien años. El cielo es de color limón, rosa y lavanda. El cielo es la tierra.
El cielo es blanco y no está allí.
Se despierta. Va y viene de la mesa a la ventana, se sienta, se pone de pie. Va y viene de
la cama a la silla. Se acuesta, mira fijamente el techo. Cierra los ojos, abre los ojos. Va y
viene de la mesa a la ventana.
Encuentra otra hoja de papel. La coloca ante sí sobre la mesa y escribe estas palabras
con su pluma:
Fue. Nunca volverá a ser. Recuérdalo.
(1980-1981)