El escritorio sorprende por la elegancia de sus proporciones. / Créditos: Palacio de Versalles, Christian Milet
Este escritorio, obra maestra del genio Jean-Henri Riesener (1734 –1806), el favorito de María Antonieta, había desaparecido de las colecciones reales desde la Revolución Francesa.
De absoluta perfección en su ejecución, el escritorio sorprende por la elegancia de sus proporciones, el refinamiento de su chapeado en madera noble, sin olvidar, por supuesto, la calidad de su decorado en bronce dorado a la antigua o con motivos florales, que revelan perfectamente el buen gusto de la Reina. Fue entregado al Guardamuebles de la Reina para el dominio de Trianón, destinado en particular, a una de las habitaciones de la Casa de la Reina, en su Aldea.
Este conjunto de chozas de estilo normando, construido por Richar Mique a partir de 1783, con un aspecto voluntariamente modesto en el exterior, reservaba en el interior la sorpresa de un decorado y un mobiliario lujosos. Del mismo modo, este salón estaba amueblado con cuatro magníficas rinconeras también de Riesener, que se conservan hoy en día en varios museos americanos. Este preciado mobiliario fue vendido y repartido durante la Revolución Francesa.
El escritorio de María Antonieta, que no podrá volver a colocarse en la Aldea, se presentará en el Gabinete Dorado de la Reina. El Palacio de Versalles persigue la política que emprendió tras la última guerra: re-amueblar su palacio. Esta adquisición se ha hecho posible gracias a las disposiciones fiscales de la ley de 1 de agosto de 2003 sobre el mecenazgo, las asociaciones y las fundaciones. Estas disposiciones crean condiciones favorables para la entrada a las colecciones públicas, gracias al mecenazgo de empresa, de obras de gran interés patrimonial, título reconocido por la Comisión Consultiva de los tesoros nacionales.