Las muertes por propia decisión devienen de pistolitas de nácar, accionadas por manos finas de ambas filiaciones, o de toses ensangrentadas en pañuelos de seda; de chicos traviesos, que se convierten en personajes de novela cual Marguerite Gautier; también de pibas de utilería, iguales a Mimí Pinsón.
Marguerite Gautier será fuente de inspiración de Dumas, en vida prostibularia y, a posteriori, arrepentida, cuando él le solicita casamiento y el papá dice no, dado que la damita es putana.
Entonces Margot saca su pañuelito y entre llanto y llanto escupe sangre, cantando con la voz de azúcar de Virginia Tola: “Alfredo,/ mi querido Alfredo,/ vamos a la tumba a morir los dos”. Aria final de “La Bohème”, de Verdi.
Mimí Pinsón se asemeja a la dama de las camelias, pero surge del estro romántico incurable del autor de Rolla y las noches, Alfredo de Musset. Leer en idioma francés es un caramelo exquisito que se chupa con el oído y suena en el corazón y en el hígado, los dos órganos sensitivos a las sensaciones; justo es traer de nuevo a Virginia Tola, pero en Louise de Charpentier.
El mágico escritor, creador de Mimí Pinsón, nació en París, en 1810, y falleció allí, en 1857.
Vida breve y laboriosa de las bellas letras, en la Belle Epoque.
Amante fallido de Aurore Dupont, o sea, George Sand, que le inspirara Confesiones de un joven del siglo, dará a luz comedias y proverbios, y de la mano pecadora de Mimí Pinsón ingresará a la Academia Francesa, en 1852.
Hemos capturado París, desde mediados del siglo XIX. Y viendo la adorable cosa que es, imaginémosla en el tiempo anterior de llantinas enamoradas y enamoramientos prohibidos. En Narraciones de España e Italia, Alfredo de Musset es Byron. En los relatos italianos de Viareggio es Hugo en Los Miserables.
Si bien Mimí modelo y mímica fue en el origen sólo su poema, tiempo después, la musa de inocencia falsa, alegre y virtuosa, fue opereta (en 1915, con libreto de Maurice Francis Ordonneau y Gally y música de Henry Goublier hijo) y película francesa (en 1957 y dirigida por Robert Darene). Cómo resistirse a sus encantos habrá pensado el modernista mexicano Manuel Gutiérrez Nájera cuando le dedicó unos versos en su poema “La Duquesa Job” “¡Cómo resuena su taconeo/en las baldosas! ¡Con qué meneo/luce su talle de tentación!/¡Con qué airecito de aristocracia/mira a los hombres, y con qué gracia/frunce los labios ¡Mimí Pinsón!”
Musa de rasguños y amenazas que despierta cuando la desesperanza suelta amarras antes de echar a correr las cefeidas, Mademoiselle Pinsón supo abrir y cerrar a tiempo las puertas indicadas para que estallara su nombre también en el Río de la Plata, José Rótulo y Aquiles Roggero, poeta y músico, ambos porteños, dedican a la musa de Musset una romanza tanguera, personalizándola casi en carne y hueso, que poetiza y musicaliza: “Mimí Pinsón/aún te busco por las calles de París.../Igual que ayer te veo y te presiento;/pero es inútil, no vienes a mi encuentro,/Mimí Pinsón...”
Diremos que ella fallece junto a su creador, jóvenes los dos, mientras empieza la primavera en Francia, mayo de los castaños dorados del sol.