jueves, 14 de octubre de 2010

Breve reseña paso a paso de La danza de la vida de Edvard Munch.



La luz y su reflejo:

Munch pinta los paisajes de la costa noruega en el verano, por lo
que nunca se llega a saber si la luz priviene del solo de la luna. En cualquier caso,
esta luz adquiere unas dimensiones totémicas que se repiten en varias obras ambientadas en Asgardstrand.





Las flores:

Aunque parezca mentira, Munch era un romántico y la presencia de las flores vienen a simblolizar el amor, pero el gesto de la muchacha que se acerca para coger una, nos indica que solamente ella puede alcanzarlo.





El deseo:

De todos los personajes que acompañan la escena principal, sólo uno tiene fisonomía.
Así el autor llama la atención, de forma caricaturesca, sobre las mascaras del amor.




El amor verdadero:

Con menos dramatismo que en El beso, pero con el mismo recurso, Much recurre a
las lineas onduladas para fundir a los amantes en una solo figura.
El contraste entre el hombre vestido con un traje oscuro -como su cabello- y la chica de rojo -cuyo pelo tambiém tiene una tonalidad similar- indican que la pasión esta a punto de estallar.






El paso del tiempo:

Las dos figuras que acompañan a la pareja central del baile indican, más alla de la
evidente , la yuxtaposición entre la ilusión amorosa y el desengaño.
Munch habla tambien de que ambos aspectos,aunque parezcan opuestos están relacionados: son las dos caras de una misma moneda.
¿Cómo se podría entender una ilusión sin antes haber sufrido un desengaño?
Y a la inversa. Más que de un recionamiento lineal, el autor plantea otro circular.