En la mesa sandías de yeso,
mil platitos cubren la pared,
un San Jorge cuidando la siesta
y a su lado sonríe Gardel.
Entra el viento, juega en los caireles,
si dejan abierta la puerta cancel
y se cuela en los cuartos, remueve,
olores secretos: colonia y laurel.
Florecían los blancos jazmines
su claro misterio a la luz lunar.
Florecían los jazmines blancos
y a todos un ramo les iba a llegar.
Florecían las lunas de enero
y la calle Fray Bentos olía a jazmín,
madera sonora en la radio
Isolina Núñez hablaba de amor.
De la cama colgaba el rosario,
en la olla con tierra un malvón
y en la trompa de un elefantito
un billete por siempre quedó.
Desde lejos los pasos se escuchan
si alguien va cruzando por el comedor,
donde a veces tiembla el cristalero
con sus copas de extraño color.
Florecían los blancos jazmines…
Y en el patio yo leía historias
de mágicas tierras con raro esplendor
y quizás no sabía que en casa
rondaba la magia esperando un cantor.
Florecían los blancos jazmines…