Dos meses después de la muerte de Senaqué, un segundo hecho marcó la historia del pequeño grupo. Guyunusa tuvo, el 20 de setiembre a las nueve horas de la noche, una hija, que nació en término, por lo tanto, concebida antes de su partida de América. El relato que nos ha dejado Tanchour de este nacimiento, quien fue enviado para atender a la parturienta por Flourens, es sin duda uno de los documentos más interesantes que encontré en el curso de mi larga búsqueda en los diarios de la época:
“La mujer Charrúa realizó su parto el 20 de setiembre. Su pequeña hija, en el segundo día desde el nacimiento, padeció de una retención de orina, por lo cual el sabio Sr. Flourens me escribió en dicha ocasión para invitarme a cuidar a estos salvajes, alejados de los bosques. Antes de hablar de la niña, diré unas palabras sobre la madre y su parto “.
“Tan pronto Guyunusa, que ya había tenido un niño en su país, en las márgenes del río Negro (América del Sur), empezó a sentir los dolores de parto, buscó quedarse sola. Tomó una cuerda que pasó ocho veces por el doble picaporte de una de las puertas que estaba en la pared de la habitación, encima de donde ellos se acostaban, sobre pieles y un jergón delgado. Guyunusa dejó la cuerda bastante larga, como para que, tirando de ella, se encontrara casi en cuclillas. Cuando los dolores se hicieron más vivos, su marido, Vacuabé (sic), fue a sentarse como se sientan los sastres, por debajo de ella, de modo que la paciente pudiera sentarse sobre sus rodillas. Mientras los dolores eranfuertes, Vacuabé se mantenía tranquilo, pero cuando el dolor era débil o había pasado, tanto él incorporaba a su mujer con sus rodillas y la ponía en alto como la soltaba para producir una sacudida, como se haría para amontonar el grano en una bolsa”.
“El alumbramiento se hizo en tres horas, casi sin manifestaciones de dolor; un instante después, la mujer se levantó y fue hasta la chimenea a calentarse, sentándose en el piso. El mismo día, como los días anteriores y posteriores, Guyunusa hizo su aseo personal como de ordinario, y se lavó la cabeza en un cubo con agua fría. Tuvo un poco de fiebre de leche, pero no se detuvo nunca, comiendo carne casi cruda cuando tenía hambre, como le era habitual”.
“La pequeña Charrúa nació de término; su cabeza era muy pequeña, sus cabellos, de un negro azabache y muy gruesos, su piel, del color de la tierra de Siena oscura, como la de sus padres. Su madre dijo que no podía alimentarla, por lo que se le proporcionaron alimentos que le ocasionaron una inflamación en el vientre y también en el cuello de la vejiga; de allí la retención de orina por la cual debí colocarle una sonda. Exigí que la niña fuera alimentada por su madre, y actualmente se porta bien”.
Tanchou no asistió al alumbramiento ni fue llamado más que en ocasión de la enfermedad de la recién nacida. Fue una partera,la Sra. Lesueur, la que asistió a Guyunusa. Aún así, los detalles que recogió Tanchou dentro del ámbito de los salvajes son precisos. Están confirmados y completados por las notas inéditas de Dumoutier, de las que hablaré más tarde, y de donde extraje aquellas con relación al parto de Guyunusa. Las reproduzco aquí en su forma original, modificando simplemente el orden para hacerlas más coherentes:
“Ella (Guyunusa) tuvo el viernes 20 de setiembre, a las nueve horas de la noche, una pequeña niña”.
“Ella se lamentaba, en el momento de la llegada dela Sra. Lesueur, cuando ya la cabeza estaba encajada en la excavación de la pelvis menor”.
“Primera posición de la cabeza”.
“A la tercer contracción, ella se acostó. Tenía las piernas cruzadas, manteniéndose suspendida por una correa fijada a la altura de su pecho. Ella misma había hecho estas disposiciones en el día, sintiendo la proximidad del parto. En el suelo, una piel plegada en cuatro le servía para descansar después del dolor, y entonces dejaba la correa. Cuando el dolor volvía, Tacuabé, parado detrás de ella, la encerraba entre sus brazos y con sus manos él le apretaba fuertemente el vientre, haciéndola saltar de tiempo en tiempo, como para obligar al feto a descender por su peso. Ella se quejaba solamente durante los dolores, y se rehusaba obstinadamente a acostarse, habiendo antes dado a luz según las costumbres de su país”.
“En el momento del pasaje, cuando la cabeza ya había salido, el niño lloró. Tacuabé pidió entonces ala Sra. Lesueurque asistiera a Michaela. Previamente, no había permitido que aplicara la mano para sostener el perineo y, a causa de la posición de Michaela, con las tuberosidades is-quiáticas casi tocando los talones, fue imposible recibir al niño por delante”.
“El grito del niño no difiere del de los nuestros “.
“Inmediatamente después de dar a luz, ella se quejó de nuevo y retomó la actitud como para parir. Tacuabé la agarró y la presionó más fuertemente que la primera vez.La Sra. Lesueur, habiendo palpado el vientre, reconoció que la implantación estaba arriba y hacia atrás, y por las ligeras tracciones reconoció también que ella (la placenta) estaba aún adherida. Después de la segunda contracción, se separó. Su forma no ofrecía nada de particular, su volumen no excedía el de una placenta de5 a6 meses; era perfectamente circular y de una integridad perfecta. El cordón era muy voluminoso, más grueso que el pulgar, corto”.
“El ombligo (de la niña) está dos pulgadas encima del pubis “.
“Tacuabé, sin que se lo pidieran, trajo un cuchillo para cortar el cordón, una palangana y agua tibia que había previamente calentado para lavar a la niña “.
“Ella (Guyunusa) no se guarneció, y se tendió sobre el jergón envuelta en las pieles. A ratos se lavaba con agua tibia. No quiso hacerlo delante de los asistentes, por lo que estuvo dos horas esperando antes de asearse. Después (del parto) no quiso dejarse tocar más “.
“Ayer de tarde ella estaba abatida, con el cutis como habitualmente, los senos un poco aumentados en volumen, puntiagudos; el mamelón, no muy diferenciado y moderadamente estrechado: tenía muy poca leche. La niña mamaba con dificultad por causa de la forma del seno y de la escasez de leche, por lo que se debió alimentarla suplementariamente. Ella (Guyunusa) tenía el vientre lastimado después del parto”.
“Tacuabé estaba atento a las necesidades. Le dio su alimento al bebé con una muñeca de trapo impregnada en leche; lavó muy esmeradamente las ropas de su hija”.
“Tacuabé tuvo pequeñas atenciones para con su mujer; fue él quien la asistió durante la noche y le dio de beber”.
“Se los vio acostados sobre una piel, mirando a la niña a la luz de una vela. Parecían muy misteriosos”.
“El (Tacuabé) quiere a los niños y acarició a su hija “.
“Tacuabé parece sensible, así como Michaela, a las caricias que uno le hace a su hija”.
“Las mujeres llevan sus niños sobre la espalda… ellas se acuestan para dar de mamar”.
“Ella (Guyunusa) golpeaba la espalda de su niña para hacerla mamar”.
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