martes, 31 de mayo de 2011

CLASES DE LACAN. LOVAINA 1972

La transferencia es el amor, pura y simplemente. Y ¿por qué amamos a un ser así? Voy a dejar la pregunta en el aire por el momento. Les he dado una fórmula y he hablado de la transferencia en términos plagados de trampas… como siempre. ¿Por qué habría de decir otra cosa cuando se trata de eso precisamente? De lo que hay en el inconsciente. Que el lenguaje no sirve, nunca ha servido para formular cosas que tienen dos, cinco, veinticinco sentidos, que el sujeto supuestamente debe conocer.

Lo real para el ser parlante es lo que se pierde en alguna parte. Pero ¿dónde? Ahí es que Freud hizo hincapié… se pierde en la relación sexual. Es increíble que nadie se planteara eso antes de Freud, ya que se trata de la vida misma de los seres parlantes. Que nos perdemos en las relaciones sexuales es algo evidente, incontestable, ha sido así desde siempre. Y al fin y al cabo hasta cierto punto sigue siendo así. Si Freud centró las cosas en la sexualidad es porque en la sexualidad el ser parlante balbucea. Porque se da cuenta de que hay una cosa que se repite en su vida, que siempre es la misma, y esa es su verdadera esencia. ¿Qué es esa cosa que se repite? Una cierta manera de gozar.

Durante un tiempo se creyó que los psicoanalistas sabían cierta cosa. Pero esa creencia ya no está muy extendida. El colmo de los colmos es que ni siquiera ellos creen en sí mismos. Pero están equivocados. Porque precisamente saben mucho. Sólo que igual que con el inconsciente, y esa es su verdadera definición, no saben que lo saben.

La muerte está dentro del domino de la fe. Hacen bien en creer que van a morir, por supuesto. Eso les da fuerzas. Si no lo creyeran así, ¿podrían soportar la vida que llevan? Si no estuvieran sólidamente apoyados en la certeza de que hay un fin ¿acaso podrían soportar esta historia?

- Psicoanálisis y psicoterapia, ambas actúan mediante palabras, y sin embargo se oponen. ¿En qué se oponen?
- En tanto el inconsciente está implicado. Hay dos vertientes en que la estructura que es el lenguaje está presente, en la vertiente del sentido que acredita el análisis, la primer vertiente, despejando el sentido en los borbotones del barco sexual. Es sorprendente que ese sentido se reduzca al no sentido, al no sentido de la relación sexual, desde siempre patente en los dichos de amor. Patente al punto de ser estridente, lo que da una alta idea del pensamiento humano. Y todavía hay sentido, sentido que es tomado por buen sentido, como sentido común. El sentido cómico. En el más alto sentido de la comedia, excepto que en la comedia está en juego el no juego del sexo. Donde nuestra dignidad toma su conexión y su continuidad. El buen sentido representa la sugestión, la comedia la risa. Decir que eso basta para ser poco compatibles. Ahí la psicoterapia, cualquiera que sea, se cae. No es que no haga algún bien, sino que lleva a lo peor.

Poema a Alejandra Pizarnik de Carlos Martinez Rivas


No es indispensable, poeta, que la escriba.

Su elegía.
No va a ayudarla a morir con eso.
No va a enterrarla más.
Si acaso a medio desenterrarla. Un pie
sólo entre terrones de humus en el Museo de Cera.

Deje que escriban otros su obituario.
Un redactor de la revista Gente dice:
"gozó de la amistad de Octavio Paz y Julio Cortázar".
Seguramente ellos –y otros
menos célebres pero considerables,
que también fueron sus amigos, escribirán.

Y los que no lo fueron ni cruzaron palabra con ella,
pero dirán, ahora que no puede desmentirlos: Ah, sí,
Alejandra, Sacha, siempre sin un real, "fauchee".
Cuantas veces nos encontramos se sentó a mi mesa
y le invité a tostadas y té verde.


II
Tendría que encontrar primero un buen epígrafe.
Luego, ¿qué género emplearía?
El coloquial: Cuando enlazados
bajo un solo abrigo, el tuyo, los pies helados,
volvíamos a la pensión desde la plaza de Saint
Germain a la rue de l’Ambre… o: Subías hacia mi
ágilmente los peldaños del Metro, sin aliento,
porque se hacía tarde y nos perdíamos de ver
"L’ Age d’Or…"?


III
No vale la pena.
Como los intimistas malolientes, traperos
de poemas hediondos a ropa sucia, cuando hay
que revolverla toda hurgando
para buscar en un bolsillo algo extraviado?
Nunca.
Las sábanas de los suicidas están siempre limpias.
Se duchan antes del acto. Una ducha corta y enérgica.

Yo sé algo de ellos.
Seres que invocan el silencio y ruido reciben
en respuesta.
Y los más allegados, los primeros en hacer más ruido.
¿Qué podría decirnos de esta muchacha, apenas humana
para lo demasiado demasiado humana que ella quería ser?
¿Qué va usted a decirle a quien quiso entrar en el silencio?


IV
Poeta, he venido a exhortarle induciéndole
con palabras y ruegos a no escribir ninguna elegía
por su amiga Alejandra Pizarnik.
Le expuse mis razones.

Ahora, con su permiso, me retiro.





Ya no sos

Lo bueno de no quererte es que ya no hay asociación posible entre esas canciones que me gustaban y vos, entre mis libros favoritos, los colores ya no tienen tu rostro tu aura desapareció. Volví a ver el Lado oscuro del corazón emocionarme y repetir cada línea del guión sin tu fantasma acechando.

Ya no te quiero, no me dolés, no te extraño, estoy en paz sin vos y eso me hace muy feliz.

Ojála y puedas entender esto y no mentirte pensando que es parte del duelo, sos parte del pasado

No sos el que vuela, fuiste la excusa para el encierro, nunca volaste,yo lo hacía sola y si escribo ahora esto es porque ayer me peguntaron por vos, si te extrañaba y la respuesta fue un energico y efusivo No, si no te hubieran mencionado ni me acordaba.


Estás en mi pasado en el pasado de mis días, canté sin voz  vos y te quedaste dormido



Sola ( peliculas de amor ) Jinete Lendrix








Ella sumergio su corazon,
no estaba bien y se marcho
lejos de aqui.

Nunca supo cuanto lo extraño.
Se marchito su inspiracion
de amores eternos.

Fragil como esfera de cristal
no soporto la soledad
de verse sin el
y partio...



Lejos de todo.
Lejos, lejos de aqui.
Donde el viento cura heridas,
donde el mar todo lo olvida,
y el tiempo entiende de traicion.
Lejos de todo.
Lejos, lejos de aqui.


Nunca mas volvio, juro que no.
Penso que asi estaria mejor;
solo ella y su luz.

Peliculas de amor que nunca vio,
y esa cancion que no escucho
la hicieron seguir.

Ahora viaja sola por ahi,
de estacion en estacion,
buscando el amor, eterno amor...
lejos de aqui...

Lejos de todo.
Lejos, lejos de aqui.
Donde el viento cura heridas,
donde el mar todo lo olvida,
y el tiempo entiende de traicion.
Lejos de todo.
Lejos, lejos de aqui.


Donde el mar todo lo olvida y te da...
y el tiempo entiende...


Lejos de aqui, lejos...

Lejos de todo.
Lejos, lejos de aqui.
Donde el viento cura heridas,
donde el mar todo lo olvida,
y el tiempo entiende de traicion.
Lejos de todo.
Lejos, lejos de aqui...

lunes, 30 de mayo de 2011

Damon & Katherine Kiss Scene



http://www.youtube.com/watch?v=gNcxFY0k3mg


Katherine tells him the truth.

-Katherine: "Kiss me or kill me. We both know you're only capable of one. My sweet innocent Damon. That's more like it."

Damon: "Okay wait.Wait, brief pause I have a question, answer it's back to fireworks and rockets at glare. You answer it right and I'll forget the 145 years I've been missing you. I'll forget how much I loved you. I'll forget everything and we can start over. This can be our defining moment, so'cause we have the time, this beauty of eternity. I just need the truth just once.

Katherine: "Stop, I already know your question and it's answer. The truth is... I've never loved you, it was always Stefan."

sábado, 28 de mayo de 2011

Close your eyes James Taylor



Well the sun is surely sinking down, but the moon is slowly rising.
So this old world must still be spinning round and I still love you.

So close your eyes, you can close your eyes, it's all right.
I don't know no love songs and I can't sing the blues anymore.

But I can sing this song and you can sing this song when I'm gone.

It won't be long before another day, we gonna have a good time.
And no one's gonna take that time away. You can stay as long as you like.

So close your eyes, you can close your eyes, it's all right.
I don't know no love songs and I can't sing the blues anymore.
But I can sing this song and you can sing this song when I'm gone.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Come back when you can. Barcelona






I've been led on
To think that we've been
Trying for too long.
Every time we drift
We're forcing what is wrong.
At last that voice is gone.

Please take your time
But you've got to know that
I am taking sight.
Oh, you look good
with your patient face and wandering eye
Don't hold this war inside.

Come back when you can.
Let go, you'll understand.
You've done nothing at all to make me love you less.
So come back when you can.

You left your home
You're so far from
Everything you know
Your big dream is
Crashing down and out your door.
Wake up and dream once more.

Come back when you can.
Let go, you'll understand.
You've done nothing at all to make me love you less.
So come back when you can.

Come back, I'll help you stand.
Let go and hold my hand.
If all you wanted was me, I'd give you nothing less.
So come back when you can




( Diario de un Vampiro)

Fragmentos y dibujos de de Alejandra Pizarnik




Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.




segismunda: ¿en que pensás?
carrol: quiero ordenar lo de aquí (se toca la cabeza con ambas manos), hay como cinco chicos mendigos saltando mi cerca mental, buscando aperturas, nidos, cosas para romper o robar, quiero hacer orden.
seg: ¡orden!, que es esa mentira?
car: aunque sea una falacia quiero hacer orden. Para mi es la flor azul de Novalis, es el catillo de Kafka.
seg: decí mejor que es tu musa de mala pata.
car: Yo se que es idiota, pero es lo único que quiero verdaderamente. Un espacio mío, mudo, ciego, inmovil, donde cada cosa esté en su lugar, donde haya un lugar para cada cosa. Sin voces, sin rumores, sin melodias, sin gritos de ahogados.
seg: ¿es eso todo lo que querés?
car: quiero un poco de orden para mí, para mi solo.
seg: no andarás enfermo.
car: Estás profanando mi sueño. El orden es mi único deseo, por lo tanto es imposible. En consecuencia, no creo estar molestando a nadie deseando cosas imposibles.






Plateado ser.-
que esperanza traicionera es la de mi espera
que ya no desespera por tu querer…

Alineaciòn, desprotección de escucha
no me dejes sin saber tu rostro…

Alma amurada al mundo terreno_.
què cantas al cielo
por una señal, ja ja inútilmente me has despreciado
¡que temes! ¡Te mueres de miedo¡
que ni me registras
Y yo por ti muero






Aquí la sangre mora entre mis venas
callada ardiendo en el lienzo de tu nombre.
¡Amor, qué palabra necia!
¡Que sentido se ahoga en un absurdo!
y éste es el infierno que no te encuentra pero te presagia,
es la agonía puntual esclava y el oficio de mi sombra
la espina se me ha vuelto enredadera en el silencio
y ahora me grita su noche de clavos hendidos en la frente.



Val.: Yo espero que resuciten los vivos, aunque a mi padre no le dijeron, padre he aquí tu hijo.
Nora: Llorabas y te daban de comer. Llorabas y te cambiaban los pañales. Escribías y te daban de llorar.
Val.: Ahora que me he ido, un gato llora afuera de la casa que no es suya.
Nora se pone a ladrar.
Val.: Todo está bien, Nora, todo no está.
Nora: Ni gatos ni moscas, por la mosca que cayó en tu sopa, mientras escribías el poema, ahora es el poema de la mosca. Cuándo le dirás al hombre que arregla el alumbrado público que escriba el poema del aire.
Nora continúa ladrando.
Val.: ¡Ojala pudiera vomitarse el alma!





martes, 24 de mayo de 2011

Palabras encontradas por ahí

Amanheci em cólera. Não, não, o mundo não me agrada. A maioria das pessoas estão mortas e não sabem, ou estão vivas com charlatanismo. E o amor, em vez de dar, exige. E quem gosta de nós quer que sejamos alguma coisa de que eles precisam. Mentir dá remorso. E não mentir é um dom que o mundo não merece..."



É tão difícil falar e dizer coisas que não podem ser ditas. É tão silencioso. Como traduzir o silêncio do encontro real entre nós dois? Dificílimo contar. Olhei pra você fixamente por instantes. Tais momentos são meu segredo. Houve o que se chama de comunhão poerfeita. Eu chamo isto de estado agudo de felicidade.


Clarice Lispector

sábado, 21 de mayo de 2011

Ejércitos de la oscuridad, Silvina Ocampo

 (a Alejandra)

Conozco un guardián de plaza al que le amputaron una pierna. Evita le regaló una pierna que hizo traer de Alemania. "Era la última palabra en materia de piernas ortopédicas." El guardián nunca pudo usarla. (No fue por culpa de la pierna, que era perfecta, sino por culpa del muñón.) Guardó la pierna de recuerdo adentro de una caja, como vino de Alemania. Hace tiempo que no se la prueba. "Servirá para mis nietos, Dios no lo quiera." Así me dijo.

Me acordé de mi padre: a mi padre también le amputaron una pierna. Volví a verlo cuando había aprendido a manejar la pierna. Después de la operación me dijeron que no le mirara la pierna. ¿Cómo podía mirarle una pierna que le faltaba? Yo tenía cinco años.

Desde la infancia veo en la oscuridad total de un cuarto, cuando estoy por dormirme, una suerte de raudo ejército azul y colorado que avanza en dirección a mí hasta que se pierde y vuelvo a recuperarlo en otro ángulo de la oscuridad, donde aparece para hacer la misma trayectoria. Me dirán que ese ejército podría ser un campo sembrado de jacintos, los hay rojos y los hay azules. Podría ser también el tablero de un juego con fichas vistosas, pero nunca se me ocurrió que pudiera ser otra cosa que un ejército de soldaditos vestidos de azul y de colorado que avanzan unidos como un solo soldado. Ese ejército fue siempre para mí el ejército de la noche. No sólo en la noche hay oscuridad, ya lo sé, pero de todos modos en el sitio en que lo vi con más frecuencia fue en la noche, que para mí es un sitio, el más importante del mundo. En el momento en que aparece el ejército de la noche pienso, recuerdo, elucubro ideas e imágenes que no reconozco durante el día. Y ese ejército de pequeñísimas ideas, de recuerdos, de imágenes de mi mente pugna por vivir y trata de matarme porque sus divisiones son a veces mansas como corderos o dulces como la miel, pero otras veces silban o gritan o manejan cuchillos y venenos, se agazapan en los infinitos laberintos inexplorados donde las pierdo de vista para volverlas a encontrar en el sitio donde las espero de nuevo: la oscuridad.

Que corto se hace este viaje ...

...





Memoria iluminada, galería donde vaga la sombra de lo que espero..

Sobre el espíritu de la Marcha de los 20 de Mayo

Familiares siempre tuvo claro su finalidad: verdad, justicia y nunca más. En los diferentes momentos de su accionar, fue y es un grupo organizativamente abierto, conceptualmente independiente de todo pensamiento partidario o religioso y dispuesto a dialogar y a actuar con el mayor número de personas (y sus organizaciones) a nivel nacional o internacional.
Esto es así no sólo porque corresponde en su interpretación ética de la lucha por los derechos humanos sino porque es condición para el logro de nuestra finalidad.
Esto permitió recibir testimonios de lugares impensados, difundir nuestra problemática y lograr la solidaridad en distintos ámbitos. Con ese espíritu actuamos siempre y con ese espíritu convocamos las Marchas del 20 de mayo.
Queremos que a ella vayan todos los sectores que sinceramente concuerden con nuestros fines, cada uno de los asistentes tendrá una opinión distinta sobre otras cuestiones o distinta en cómo lograr los fines comunes, pero ni lo uno ni lo otro nos deben dividir del compromiso que nosotros expresamos colectivamente.
Por eso las Marchas tienen que continuar siendo la expresión más amplia de la voluntad de lucha contra la desaparición forzada. En ella no debe haber más bandera que la de los desaparecidos y la no reiteración del crimen.
Que a ella puedan ir, vayan y se sientan cómodos todos los que están de acuerdo, aunque para unos esto sea un mínimo y para otros un máximo, aunque para unos esto sea una lucha dentro de su militancia política, para otros dentro de su actividad social, sindical, barrial o religiosa.
Unámonos por lo que nos une (que es mucho) y no separémonos por lo que nos divide, que al respecto, aunque parezca mucho es poco.


Fuente: MadresyFamiliares de DetenidosDesaparecidos


viernes, 20 de mayo de 2011

Perfect Moon. Patti Smith

[from Ivan Kral's Nostalgia album, 1996 (poem performed with music by John Cale). Note that the text is of the poem "december", p. 90, Early Work / 1970 - 1979, Copyright © Patti Smith 1994.] 



perfect moon
I am calling
perfect moon
clad impure
I approach
your naked neck
barefoot
baying
perfect moon

perfect moon
I am with you
perfect moon
I adore
surrendering
to thy great
hands
I am yours
perfect moon

martes, 17 de mayo de 2011

Revelaciones. Alejandra Pizarnik



En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
el deseo es rey.

Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones.

lunes, 16 de mayo de 2011

Vos que teñis el universos con esos colores ...

El espejo de cenizas se iluminó con tus colores,
la angustia de tu ausencia se fue al carajo en un instante
buscando palabras que me condujeran al encuentro de tu presencia
hizo que me metiera torpemente en un laberinto efimero y ( te ) lo  gocé

.

Apareciste
Te leí

Sonreí
Me llené de tus tres colores punks
Me aliviaste

Gracias.
Y aunque no tengas idea me sanás


Que seas ( desde la no intención, desconocimiento, distancia ) parte de mi vida, me hace feliz.


Te pienso, me sonrío y te beso desde la distancia amigo !

domingo, 15 de mayo de 2011

Joyitas encontradas por ahí ... Borges y Sábato homenajeados por Jairo Piazolla






Carta abierta de Frenteamplistas Contra la Impunidad

Montevideo, 9 de mayo de 2011
Queridos compañeros, queridas compañeras:

Una vez más se plantean debates dentro de nuestro Frente Amplio sobre la mejor forma de erradicar la Ley de Caducidad y sus efectos. Esto nos sorprende, porque el Plenario Nacional estableció un claro mandato a nuestros legisladores, aprobado sin votos en contra y con sólo tres abstenciones, que ya fue cumplido en la Cámara de Senadores, pero la discusión es un hecho y debemos afrontarla.

En los últimos días el compañero José Mujica, presidente de la República, ha sostenido que el proyecto interpretativo de la Ley de Caducidad, elaborado por el Frente Amplio y aprobado por el Senado con votos frenteamplistas, pone en peligro la victoria que todos deseamos en 2014, y con ella la profundización del proceso de cambios iniciado desde que alcanzamos el gobierno nacional.

Durante el proceso de elaboración de ese proyecto interpretativo se tuvieron en cuenta diversas objeciones y propuestas, entre ellas las aportadas por el compañero José Korzeniak, experto en derecho constitucional. Si aparecen otras ideas, habrá que considerarlas con el mayor respeto, pero nos permitimos señalar que no es momento para improvisaciones en un asunto tan importante. Está bien que nos esforcemos por buscar la mejor solución posible, pero tengamos presente que demasiadas idas y venidas causan confusión y desánimo.

El fondo de la cuestión es que la legislación uruguaya incluye, desde diciembre de 1986, una norma inconstitucional y violatoria de acuerdos internacionales firmados por Uruguay. Una norma que permite la impunidad de delitos de lesa humanidad y cuyos efectos deben ser eliminados, por elementales razones éticas y porque así lo decidió, en marzo de este año, la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Hoy debe quedar claro que nuestra voluntad política de terminar con la impunidad sigue firme. Con ese objetivo, ya es hora de que el sistema judicial recupere las potestades que le arrebató la Ley de Caducidad, y que en los últimos años sólo ha podido ejercer cuando le dieron permiso desde la presidencia de la República.

La historia de la Ley de Caducidad es intrincada y llevamos muchos años atrapados en ella, por las malas artes de quienes quieren la impunidad y por nuestros propios errores. No soñemos con que hay un modo simple e indiscutible de resolver el problema. Si nos empeñamos en buscar una fórmula perfecta que no existe, el resultado puede ser que todo quede como está.

La impunidad fue impulsada con amenazas y engaños. Ahora se intentará mantenerla con recursos jurídicos y políticos. Es una señal de que hemos avanzado: sigamos adelante.

Nos dicen y nos dirán que la Ley de Caducidad fue respaldada por la mayoría de la población en el plebiscito de octubre de 2009, y que por ese motivo debemos dejarla en pie, que se ha vuelto invulnerable por la voluntad popular. Es un argumento eficaz pero mentiroso.

En ese plebiscito se votó con una sola papeleta, y por lo tanto sólo fue posible contar cuántos votamos en contra de la impunidad. Ignoramos cuántos estaban a favor, y seguramente muchas personas no pusieron el Sí rosado en el sobre porque no tenían una opinión formada. Se abstuvieron. Decir que ésos fueron votos de apoyo a la Ley de Caducidad es como atribuir opinión definida a los encuestados que terminan en el casillero “no sabe / no contesta”.

No nos enredemos una vez más: la Ley de Caducidad es inconstitucional, como lo han señalado la Suprema Corte de Justicia, la Asamblea General y el Poder Ejecutivo; no puede ser contrario al derecho anular todos sus efectos, que nunca fueron legítimos.

Se ha dicho que la profundización del proyecto frenteamplista, en el tercer gobierno nacional consecutivo que todos queremos conquistar, es el mejor modo de defender los derechos humanos, que nada es más importante y que todo lo logrado se puede perder si, al aprobar el proyecto interpretativo, ponemos al FA en una situación vulnerable ante las críticas de otros partidos.

Discrepamos fraternalmente con ese punto de vista. No aceptamos que sea necesario elegir entre la continuidad y el contenido de nuestro proyecto de gobierno.

Sería un error grave, como elegir entre la libertad y la seguridad, entre el crecimiento y la distribución, entre la unidad y la diversidad, entre los cambios y la paz.

Uno de los enemigos más poderosos que enfrentamos está dentro de nuestras propias cabezas, y nos dice que no es posible escapar a esas alternativas, que no podemos pensar fuera de ellas.

Si nos convencemos de que debemos dejar por el camino nuestra identidad, no importará cuáles sean los resultados electorales: estaremos derrotados aunque ganemos.

De nuestra conducta en estos días dependen muchas cosas: respetar la memoria de quienes ya no están, y también cuidar la esperanza de los que vienen. Podemos hacerlo juntos, si no se nos olvida quiénes somos.

FIRMAN: Eduardo GALEANO, Margarita PERCOVICH, Belela HERRERA, Guillermo CHIFFLET, Ana OLIVERA, Daniel VIGLIETTI, José DÍAZ, Zelmar MICHELINI (h), Marina ARISMENDI, Miguel FERNANDEZ GALEANO, Victorio CASARTELLI, Maria Elia TOPOLANSKI, Fernando PEREIRA, Edgardo OYENART, Juan FAROPPA, Henry ENGLER, Sara MÉNDEZ, Coriún AHARONIÁN, Mariano ARANA, Ricardo ELENA, General(R)Juan Antonio RODRIGUEZ ORLANDO, Pablo ANZALONE, Marcelo PEREIRA, Gabriel MAZZAROVICH, Carlos CAILLABET, Juan CASTILLO, Jorge MAZZAROVICH, Alejandro ZAVALA, Milton ROMANI, Ricardo POSADA, Rodrigo LILLO FALERO, Federico GRAÑA, Andrea APOLARO, Maria Esther FRANCIA, Fabiana LARROBLA, Olga FERNANDÉZ, Eliana CORUJO, Juan Angel URRUZOLA, Raquel DOSSO, Walter CORTAZZO, Nairí AHARONIÁN, Paula PELLEGRINO, Javier ESPIGA, Silvia GREGORIO, Marta PINTOS SUAREZ, Albaro SALA, Gabriel FOSSA; José FERNÁNDEZ SANTOS, Garabed ARAKELIAN, Charna FURMAN, Miguel Angel MENDIETA, María URRUZOLA, Marisa LINDNER, Alejandro STEINECK, Elena FRANCO, Margarita LIBSCHITZ, Yamandú FERRÁS, Alejandra MICHELENA, Corina GASO, Jorge RISI, Julio NAVARRO ARANA, Carlos WUHL, Daniela ACHCHIAN, Silvia LUVIZIO, Gustavo ALVAREZ MARTÍNEZ, Sergio BOUBET, Aram AHARONIAN, Federico ALVAREZ, Ignacio MARTÍNEZ, Edmundo GÓMEZ MANGO, Néstor DURANTE VAILATI, Sebastián SANTANA, Luis Gabriel CHAVEZ, Melissa ARDANCHE, Fabian E. DEBENEDETTI, Julio César GARCÍA PERALTA, Irene FARAONE, Xosé DE ENRÍQUEZ, Marys YIC, Corina BALBI, Ernesto SAINZ, Carlos D. PEREZ, Gabriel SÁNCHEZ, Susana TECHERA, María del Rosario SÁNCHEZ TECHERA, Gladys GÓMEZ RÍOS, Héctor TIERNO, Gabriel GOBBI, Líber ROMERO, Pablo STRATTA , Mariana FELÁRTIGAS, Aída GARCÍA, Luis GONZÁLEZ, Melina ROMERO, Ana VILLARINO AUDE, Marco ALGORTA BERAMENDI, Liliana PERTUY, Lidia ALLENDE, Julio A. LOUIS, Sara YOUTCHAK, Maricruz DIAZ, Enrique OREGGIONI, Mariela SALABERRY, Sebastian BESTARD, Federico GUERRA , Gabriel VALENTE, Alberto GRILLE CORONEL, Walter BORDONI, María Elisa RAYMUNDO, Emiliano GÓMEZ,...... siguen firmas



Para sumar tu firma enviá un mail a : frenteamplistasxjusticia@gmail.com


Fuente: Frenteamplistas Contra la Impunidad





16a. Marcha del Silencio

Palabras encontradas por ahí

Chuang-Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba que era un hombre.

sábado, 14 de mayo de 2011

NOCTURNO SUICIDIO. SILVANA D’ANTONI

Escuché el grito de la sangre, no
el mío.

Sentí el calor del torrente,

que me mojaba las manos

que brotaba de mi cuello

para perderse en un hilo.

Y me vi, muerto

con el silencio incrustado en el
cuerpo,

sin sombra,

dormido.


EL GESTO DE LA MUERTE JEAN COCTEAU

Un joven jardinero persa dice a su príncipe:

—¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto
de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe
encuentra a la Muerte y le pregunta:

—Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de
amenaza?

—No fue un gesto de amenaza —le responde— sino un gesto de
sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo
esta noche en Ispahán.

JEAN COCTEAU
Le Grand écart (1923)

Tim Burton - Vincent

Joy Division - Love Will Tear Us Apart







Letra En Ingles :

When the routine bites hard
And ambitions are low
And the resentment rides high
But emotions wont grow
And were changing our ways,
Taking different roads
Then love, love will tear us apart again

Why is the bedroom so cold
Turned away on your side?
Is my timing that flawed,
Our respect run so dry?
Yet theres still this appeal
That weve kept through our lives
Love, love will tear us apart again

Do you cry out in your sleep
All my failings expose?
Get a taste in my mouth
As desperation takes hold
Is it something so good
Just cant function no more?
When love, love will tear us apart again



Y En Castellano :


El amor nos separará (Joy Division)

Cuando la rutina muerde con fuerza
Y las ambiciones son escasas
Y el rencor tiene altos vuelos
Pero las emociones no crecen
Tomando caminos distintos,
Entonces el amor, el amor nos separará
De nuevo

¿Por qué está el dormitorio tan frío
Dándome tú la espalda?
¿Está mi ritmo tan agrietado,
Tan seco nuestro respeto?
Aunque quede esta atracción
Que hemos mantenido a lo largo
De nuestras vidas
El amor, el amor nos separará de nuevo

¿Gritas durmiendo
Y revelas todos mis fallos?
Aparece un sabor en mi boca
Al hacerme presa la desesperación
¿Es esto tan bueno que
No puede seguir funcionando?
Cuando el amor, el amor nos separará
De nuevo

jueves, 12 de mayo de 2011

Un hombre se levanta (o Antesala de un tupamaro) Letra de Silvio Rodriguez

Un hombre se levanta
temprano en la mañana,
se pone la camisa
y sale a la ventana.
Puede estar seco el día,
puede haber lluvia o viento,
pero el paisaje real
—la gente y su dolor—
no lo pueden tapar
ni la lluvia ni el sol.



Una vez descubierta
esta verdad sencilla,
o se sube a la calle
o se baja a la silla.
O se ama para siempre,
o ya se pierde todo.
Se deja de jugar,
se deja de mentir,
se aprende que matar
es ansias de vivir.

Un hombre se levanta
y sale a la ventana,
y lo que ve decide
la próxima mañana.
Un hombre simplemente
sale a mirar el día
y se deja quemar
con ese resplandor,
y decide salir
a perseguir el sol.

(1971)

Diario de Golondrina Amélie Nothomb Fragmento




Nos despertamos en medio de la oscuridad, sin saber nada de lo que sabíamos. ¿Dónde estamos, qué ocurre?
Por un momento, no recordamos nada. Ignoramos si somos niños o adultos, hombres o mujeres, culpables o inocentes. ¿Estas
tinieblas son las de la noche o las de un calabozo?


Con más agudeza aún, ya que se trata del único equipaje que tenemos, sabemos lo siguiente:
estamos vivos. Nunca lo estuvimos tanto: sólo estamos vivos. ¿En qué consiste la vida en esta
fracción de segundo durante la cual tenemos el raro privilegio de carecer de identidad?

En esto: tener miedo.

No obstante, no existe mayor libertad que esta breve amnesia del despertar. Somos el bebé que conoce el lenguaje. Con una palabra podemos
expresar este innombrable descubrimiento del propio nacimiento: nos sentimos propulsados hacia el terror de lo vivo.

Durante este lapso de pura angustia, ni siquiera recordamos que al salir de un sueño pueden producirse fenómenos semejantes. Nos levantamos, buscamos la puerta, nos sentimos perdidos, como en un hotel.

Luego, en un destello, los recuerdos se reintegran al cuerpo y nos devuelven lo que nos hace las veces de alma. Nos sentimos tranquilizados y decepcionados: así que somos eso, sólo eso.

Enseguida se recupera la geografía de la propia prisión. Mi cuarto da a un lavabo en el que me empapo de agua helada. ¿Qué intentamos
limpiándonos el rostro con una energía y un frío semejantes?

Luego el mecanismo se pone en marcha. Cada uno tiene el suyo, café-cigarrillo, té-tostada o perro-correa, regulamos nuestro propio recorrido para experimentar el menor miedo posible.


En realidad, dedicamos todo nuestro tiempo a luchar contra el terror de lo vivo. Inventamos definiciones para huir de él: me llamo tal, tengo un curro allí, mi trabajo consiste en hacer esto y lo otro.

De un modo subyacente, la angustia prosigue su labor de zapa. No podemos amordazar del todo nuestro discurso. Creemos que nos llamamos Fulanito, que nuestro trabajo consiste en hacer esto y lo otro pero, al despertar, nada de eso existía.
Quizá sea porque no existe.

Todo empezó hace ocho meses. Acababa de vivir una decepción amorosa tan estúpida que ni siquiera merece la pena hablar de ello. A mi sufrimiento había que sumarle la vergüenza del propio sufrimiento. Para prohibirme semejante dolor, me arranqué el corazón. La operación resultó fácil pero poco eficaz. El lugar de la pena permanecía, ocupándolo todo, debajo y encima de mi piel, en mis ojos, en mis oídos. Mis sentidos eran mis enemigos y no dejaban de recordarme aquella estúpida historia.

Entonces decidí matar mis sensaciones. Me bastó con encontrar el conmutador interior y oscilar en el mundo del ni frío ni calor. Fue un suicidio sensorial, el comienzo de una nueva existencia.


Desde entonces, ya no tuve dolor. Ya no tuve nada. La capa de plomo que bloqueaba mi respiración desapareció. El resto también. Vivía en una especie de nada.

Superado el alivio, empecé a aburrirme de verdad. Pensaba en volver a accionar el conmutador interior y me di cuenta de que no era posible.
Aquello me preocupó.

La música que antes me conmovía ya no me provocaba reacción alguna, incluso las sensaciones básicas, como comer, beber, darme un baño,
me dejaban indiferente. Estaba castrado por todas partes.

La desaparición de los sentimientos no me pesó. Al teléfono, la voz de mi madre sólo era una molestia que me hacía pensar en un escape de agua. Dejé de preocuparme por ella. No estaba mal.

Por lo demás, las cosas no marchaban bien. La vida se había convertido en la muerte.

Lo que activó el mecanismo fue un disco de Radiohead. Se llamaba Amnesiac. El título le iba bien a mi destino, que resultaba ser una forma de amnesia sensorial. Lo compré. Lo escuché y no experimenté nada. Aquél era el efecto que, en adelante, me producía cualquier música. Ya empezaba a encogerme de hombros ante la idea de haberme procurado sesenta minutos suplementarios
de nada cuando llegó la tercera canción, cuyo título hacía referencia a una puerta giratoria.


Consistía en una sucesión de sonidos desconocidos, distribuidos con una sospechosa parsimonia.
El título de la melodía le venía como anillo al dedo, ya que reconstruía la absurda atracción que siente el niño por las puertas giratorias, incapaz, si se había aventurado, de salirse de su ciclo. A priori, no había nada conmovedor en ello, pero descubrí, situada en la comisura del ojo, una lágrima.


¿Acaso era porque hacía semanas que no había sentido nada? La reacción me pareció excesiva.
El resto del disco no me provocó más que un vago asombro causado por cualquier primera audición.
Cuando terminó, volví a programar el track tres: todos mis miembros empezaron a temblar.
Loco de reconocimiento, mi cuerpo se inclinaba hacia aquella escuálida música como si de una ópera italiana se tratara, tan profunda era su
gratitud por, finalmente, haber salido de la nevera.
Presioné la tecla repeat con el fin de verificar aquella magia ad libitum.

Cual prisionero recién liberado, me entregué al placer. Era el niño cautivo de su fascinación por aquella puerta giratoria, daba vueltas y más vueltas por aquel cíclico recorrido. Parece ser que los discípulos de la escuela decadentista buscan el desenfreno de todos los sentidos: por mi parte, sólo tenía uno que funcionara pero, por aquella rendija, me embriagaba hasta lo más profundo de
mi alma. Uno nunca es tan feliz como cuando encuentra el medio de perderse.

Después comprendí: lo que en adelante me conmovía era lo que no se correspondía con nada común. Si una emoción evocaba la alegría, la tristeza, el amor, la nostalgia, la cólera, etc., me dejaba indiferente. Mi sensibilidad sólo se abría a sensaciones sin precedentes, aquellas que no podían clasificarse entre las malas o las buenas. Desde entonces, ocurrió lo mismo con lo que me hizo las
veces de sentimientos: sólo experimentaba aquellos que vibraban más allá del bien y del mal.

El oído me había hecho regresar entre los vivos.
Decidí abrir una nueva ventana: el ojo. Parecía que el arte contemporáneo estuviera concebido para los seres de mi especie.

Se me vio en lugares a los que nunca había ido antes, en las exposiciones del Beaubourg, en la FIAC. Miraba propuestas que no tenían ningún sentido: era lo que necesitaba.

Para el tacto, lo tenía difícil: en los tiempos en los que todavía no era frígido, había probado la vela y el motor. Así pues, carecía de un territorio sexualmente novedoso y pospuse la solución a este problema.





Título de la edición original:

Journal d’Hirondelle

Amélie Nothomb

Traducción de Sergi Pàmies

miércoles, 11 de mayo de 2011

Palabras encontradas por ahí ...





La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola.Tenía manos pero no tenía a quien tocar. Tenía boca pero no tenía con quien hablar.La vida era una. Y siendo una era ninguna.
Entonces el deseo disparó su arco. Y la flecha del deseo partió la vida en dos.
Y la vida fue dos.Y los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse también. 

Eduardo Galeano



martes, 10 de mayo de 2011

Fragmento de Las olas. Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías.
1931

lunes, 9 de mayo de 2011

Monolog dla Kasandry Wislawa Szymborska

To ja, Kasandra.
A to jest moje miasto pod popiołem.
A to jest moja laska i wstążki prorockie.
A to jest moja głowa pełna wątpliwości.
To prawda, tryumfuję.
Moja racja aż łuną uderzyła w niebo.
Tylko prorocy, którym się nie wierzy,
mają takie widoki.
Tylko ci, którzy źle zabrali się do rzeczy,
i wszystko mogło spełnić się tak szybko,
jakby nie było ich wcale.
Wyraźnie teraz przypominam sobie,
jak ludzie, widząc mnie, milkli wpół słowa.
Rwał się śmiech.
Rozpalały się ręce.
Dzieci biegły do matki.
Nawet nie znałam ich nietrwałych imion.
A ta piosenka o zielonym listku -
nikt jej nie kończył przy mnie.
Kochałam ich.
Ale kochałam z wysoka.
Sponad życia.
Z przyszłości. Gdzie zawsze jest pusto
i skąd cóż łatwiejszego jak zobaczyć śmierć.
Żałuję, że mój głos był twardy.
Spójrzcie na siebie z gwiazd - wołałam -
spójrzcie na siebie z gwiazd.
Słyszeli i spuszczali oczy.
Żyli w życiu.
Podszyci wielkim wiatrem.
Przesądzeni.
Od urodzenia w pożegnalnych ciałach.
Ale była w nich jakaś wilgotna nadzieja,
własną migotliwością sycący się płomyk.
Oni wiedzieli, co to takiego jest chwila,
och bodaj jedna jakakolwiek
zanim -
Wyszło na moje.
tylko że z tego nie wynika nic.
A to jest moja szmatka ogniem osmalona.
A to są moje prorockie rupiecie.
A to jest moja wykrzywiona twarz.
Twarz, która nie wiedziała, że mogła być piękna.

Cassandra - Wislawa Szymborska

It's me, Cassandra.
And this is my city covered with ashes.
And this is my rod, and the ribbons of a prophet.
And this is my head full of doubts.

It's true, I won.
What I said would happen
hit the sky with a fiery glow.
Only prophets
whom no one believes
witness such things,
only those who do their job badly.
And everything happens so quickly,
as if they had not spoken.

Now I remember clearly
how people, seeing me, broke off mid-sentence.
Their laughter stopped.
They moved away from each other.
Children ran towards their mothers.
I didn't even know their vague names.
And that song about a green leaf––
nobody ever finished singing it in front of me.

I loved them.
But I loved them from a height,
from above life,
from the future.
Where it's always empty
and where it's easy to see death.
I am sorry my voice was harsh.
Look at yourselves from a distance, I cried,
look at yourselves from a distance of stars.
They heard and lowered their eyes.

They just lived.
Not very brave.
Doomed.
In departing bodies, from the moment of birth.
But they had this watery hope,
a blame feeding on its own glittering.
They knew what a moment was.
How I wish for one moment, any,
before––
I was proved right.
So what. Nothing comes of it.
And this is my robe scorched by flames.
And these are the odds and ends of a prophet.
And this is my distorted face.
The face that did not know its own beauty.


domingo, 8 de mayo de 2011

De colores nostalgias sepias cuadros y abismos

Lo que tú esfímera presencia detonó





El violinista azul. Marc Chagall




El violinista azul. Marc Chagall. 1947

El violinista sobre el tejado de una casa, toca felizmente su violín.

Allí desde arriba alejado de complicaciones, se aleja del ruido y los problemas del pueblo, levemente esbozado a través de tejados escalonados y disfruta de una noche de luna llena. Tres pajarillos le acompañan.

Chagall, pintor de encantador estilo propio, recoge matices del cubismo en las estructuras y composiciones, del surrealismo en sus ensoñaciones y del arte naif en su estilo infantil puro e idealizado.

En la obra dominan los colores fríos, azul cobalto, morado, verde, aplicado a manchas, pero el rostro rojo del violinista, las flores y el anaranjado violín le confieren calidez. Es la belleza de la música la que pone el color y la vida.

El músico se sitúa en el centro del cuadro, es mucho mayor que las casas, su alma y su arte llenos de lirismo son “más grandes” que la realidad material. Por ello flota feliz en su mundo de ensueño, como una nota más, llevando su blanca mano hacia su violín del que emana la poesía.



Gracias Gabba por este regalito, adoro abismarme en la ternura de Chagall

sábado, 7 de mayo de 2011

Creep by Leandra

Leert(e) me llenó de nostalgia color sepia

Saber de vos me transformó en color sepia, necesitaba reencontrar(te)

Tus letras (me) dejaron desgarrada tu ausencia y me di cuenta de lo mucho que te extraño

Habrá que inventar(te) un mundo para que no (me)duela saber que ya no estás

( hablo de mi color punk)

Rizoma. Debret Viana

Rizoma
23 de julio de 1932,
Montevideo
Estimado Jorge:
I
Te escribo porque no puedo escribirte. Incluso tengo que ser breve (pero, aunque sea, quería decirte esto, alcanzarte algunas palabras, que sepas que estoy mejor). Tengo que escribir cartas (muchas cartas) y no doy a basto. No nos encontramos más en los bares usuales porque he dejado de ir: estoy muy ocupado. Sé que como amigo te preocupás (haberme visto tan pálido, tan desprolijo las últimas veces te habrá alarmado). Te escribo esta carta para decirte que no puedo escribirte una carta todavía. Al menos te envío el dinero de la fianza. Y te explico un poco: el cartero no tenía nada que ver, nunca quise lastimarlo: fue una circunstancia desgraciada. Mi cabeza simplemente no estaba donde debía. Me sentía perseguido, asfixiado. De todos modos, no era para tanto: apenas lo empujé un poco.
II
¿Te acordás de aquella muchacha que no dejaba de acosarme? Descubrí la manera de perderla. Y en eso trabajo mis horas. Creo que el método es tan perfecto que lograré finalmente mantenerla distante. A ella y a quien se me antoje. Es bastante simple, aunque - eso sí - requiere un cambio de profesión. Y mucha dedicación.
III
Recordarás que a pesar de mis secos rehusamientos y desdenes esa muchacha se empeñaba en acercarse a mí, y como no tenía otro modo que el de escribirme (yo no asistía donde sabía que ella podía estar, y si la divisaba por las calles, me daba a la fuga), me agobiaba con cartas. No podrías imaginarte la cantidad de cartas: dos o tres por día (hubo veces que el tráfico llegó a veintidos). Ese bombardeo epistolar no tenía otro objeto que el chantaje: sus palabras, calculadas mezquinamente, eran lanzadas hacia mí como uñas afiladas con la pretensión de arrancarme una respuesta - es decir, mi atención, algunas miradas o momentos de mi vida, en definitiva: mi sangre-. Escribe con sangre - dice Zarathustra - y aprenderás que la sangre es espíritu. Su caligrafía misma era vampírica.
IV
Meses viví angustiado por este episodio. Traté de deshacerme de ella al principio con gentiles cartas, después con rotundas negativas (amargas e hirientes) o ya el brusco reclamo de abuso de confianza o falta de verguenza y recato. Ella aprovechaba mis respuestas para llegar a mí: me escribía cada vez más, me hablaba de su pena, de las noches de la angustia, me enviaba poemas eróticos - y algunos directamente obscenos -, me hablaba de mí mismo, me moldeaba y reinventaba como quería y todo no era más que una maquinaria para forzarme a leerla, para sostenerme ante ella, prisionero.
V
Ya sé: me dirás lo mismo: ¿por qué no simplemente dejar de responderle? ¿Acaso crees que no lo intenté? Era inútil: si yo no respondía las cartas seguían llegando, cada vez en mayor volúmen. Con pavor yo seguía el sonido opaco de los pasos del cartero por el largo pasillo hasta mi puerta. Lo oía detenerse frente a mí (divididos apenas por una frágil madera), veía dos oscuridades bajo la puerta cortando la luz: ¡no puedo decirte lo horroroso que era ver las cartas deslizándose en mi departamento! Callar es una manera de expresarse cuya ilegitimidad nos relanza a la palabra (la frase es de Blanchot, un francés que debe estar por nacer y será famoso en los setenta). Con mi silencio ella podía hacer lo que quisiese: escarbarlo, doblarlo, inventarle diversos motivos que luego desarrollaría en más y más cartas. Ella respondía a mi ausencia de respuesta multiplicando la correspondencia: si me descuidaba la puerta de mi hogar quedaba bloqueada, los sobres de las cartas la atascaban y yo tenía que quedarme encerrado, contemplando esas afiladas letras ajenas, esas tantas palabras que me enredaban y comprometían, tapando ya las ventanas, atragantandome. No importa qué decían (muchas veces no decían nada) siempre eran la demanda de mi respuesta: aun cuando directamente nunca la reclamaran. No tenía salida. Ella me llevaba allí donde yo no quería ir y me retenía. Me apresaban frente a ellas, las cartas me chupaban el alma.
VI
Mi situación era desoladora. ¿Imaginás el peligro de mi condición? Miles de cartas que hablaban de mí, que eran escritas para mí dando vueltas por la ciudad, (o por mi cuarto, o por mi cabeza: da lo mismo). Si no las enfrentaba, si no las desmentía podían devorarme, volverse reales, arrastrarme hasta su mundo; ser tan parte de mí como mi infancia o las conversaciones con amigos. No sabemos donde termina la palabra escrita: por eso es temible. Si las dejaba por ahí, o tiraba las cartas, podían ser encontradas por cualquiera. Quién sabe de qué manera pérfida podría llegar a usarlas. Si las rompía, alguien - o el mismo viento - podría restaurarlas. Incluso podían ser pegadas sin lograr el original, formando una nueva historia - y esto podía ser más terrible aun -. Si las quemaba, el humo de la tinta podía oscurecer las ciudades. La llamarada saldría de mi casa, me delataría. Además, corría el riesgo de que también ardiera lo que las palabras nombraran. Hubiese sido una catástrofe, el principio de algo espantoso.
VI y 1/2
Tengo este tipo de pruritos, y no sé diluir la ansiedad. Si hubiese vivido en el futuro, me atribularía desconsoladamente si, por ejemplo, sonase el teléfono y yo, llegando tarde, me terminase quedando, con el tubo en la mano, sin saber quién había sido el que llamaba. Me aferraría a esa incertidumbre como a un enigma del que dependiera mi vida. Y no podría moverme.
VII
Viví esa época como una enfermedad. Ya que mi silencio atraía todo su lenguaje, tuve que intentar otras cosas. Olvidé las formas de la cortesía: la maltraté, la insulté; pero ella siempre respondía con cariño, con tierna, abominable sumisión. Me decía que yo tenía razón, que el amor que sentía por mí la desdoblaba; pero que si yo le permitía, me salvaría de todas las asperezas de los días. Usé mil artimañas para herirla: le di cita en lugares hostiles para luego no presentarme, le impuse mil tareas arduas para probar su amor, hablé mal de ella a sus vecinos, la amenacé, le rogué, me hice pasar por un monstruo y llegué a dejar, durante veinte días, cada noche, flores muertas en su puerta. Nada sirvió. A decir verdad, ella usó todo lo que hice como material para sus cartas. Me decía que mi empeño por resistirme era mi manera de descreer de la imperiosa, celestial verdad. Su perseveracia era inhumana. Todo lo que yo le dijera - por más horrible que fuese - volvía a mí desfigurado, transformado en formas de interesarme por ella, de atarme a ella. Sea como fuese, me había vuelto un rehén de sus cartas: a través de esas cartas ella me sujetaba, me movía. Su opresión, su dominio era cada vez más absoluto y mi resistencia se debilitaba rápidamente, en cada palabra (no importaba ya quien de los dos la escribiese).
VIII
Tuve fiebre, y me costaba comer: no tenía hambre. Ni ganas de nada. Esa muchacha - sus diabólicas cartas - fueron el motivo por el que me encontraste tan pálido la última vez que cenamos. En mi punto más bajo, consideré dos iniquidades: matarla o casarme con ella. Era tal la desesperación que no lograba otras opciones.
VIII y 1/2
Ya lo sabemos: las mujeres que aman son terribles. Son aburridas cuando lo aman a otro, y despiadadas cuando lo aman a uno. Esta muchacha había urdido una red letal: el sentido de sus palabras no me decía nada - no me simpatizaba, no me convencía: ni siquiera me provocaba lástima -; era como leer una música monótona. Pero esa bruta invasión, esa oscura estrategia epistolar me cercaba. Por cada rendija se colaba en mi hogar una frase, me acechaban desde el pasillo el rumor de las cartas escribiendose. Hasta llegó a mandarle cartas a mis amigos hablándoles de su amor por mí, o reenviaba las violentas cartas de mi hastío a conocidos que ya después me evitaban en los bares, o cruzaban la calle si me veían, considerándome seguramente un animal. Y de hecho, eso es lo que era: un animal. En eso me había convertido. Después de todo, ¿qué se puede hacer con un amor así?
IX
Fue en una amarga depresión - te diría: propiamente en el delirio - que logré la respuesta a mi congoja. Era simple: tenía que usar sus armas. Y tenía que ser despiadado. Le escribí una carta - le dije cualquier cosa, no importaba - y antes de que respondiera, le escribí otra. ¿Entendés la maniobra? Descubrí que a las cartas no hay que responderlas: hay que escribirlas (la diferencia es abismal). Apenas le enviaba una carta, le escribía otra y (este es el centro de la cuestión) la enviaba antes de que ella me respondiese (a veces enviaba las dos juntas). De esta manera, ella estaba siempre una carta retrasada. Si me llegaba una carta de ella, ya era estéril: venía a mí muerta y yo tranquilamente podía romperla en mil pedazos; porque ya había salido otra carta mía trastocando las cosas con todos mis fantasmas.
X
Descubrí cómo funciona la máquina epistolar: me restaba un movimiento: había que dar vuelta la trampa y había que hacerlo de modo categórico, irreversible. Tenía que escribirle, pero evitar la tentación de ingresar en un diálogo. No era tan sencillo: tuve que volverme un escritor (ese fue uno de los sacrificios, pero algo tenía que ceder para salvarme). Tuve que engendrar una obra. Si decía algo, me desdecía en la carta siguiente, o modificaba la historia que había contado en una carta anterior, la contaba distinto, o la mezclaba con otra carta que había escrito semanas atrás. Escribía una carta, y la desmentía en la carta siguiente. A veces escribía una carta, y le ponía fecha de unos días atrás, o de una semana. O le hablaba de una carta que nunca le envié (que ni siquiera escribí) para que ella entendiese que por lo menos una carta se había perdido en el camino entre nosotros, y (que es lo mismo) que todo permanecería siempre inaprehensible porque todo se deslizaba permanentemente hacia el abismo: no había modo de encontrarnos. Era una calculada telaraña. Un proyecto para la locura. No había manera de responderle a eso: yo mismo iba cambiando de mil formas. Lo interesante es que ninguna carta anulaba a las otras: al contrario, las multiplicada. Así yo iba fabricando un ejército de dobles míos: era como abrir heridas en la realidad. Cada carta mía era una fisura en la imagen que ella tenía de mí. De esas fisuras chorreaban historias mías que se contradecían entre sí, pero que no se apagaban. Más bien se enredaban, se cruzaban: cada carta era una pieza que iba modificando a las otras, obligándolas a vincularse de manera distinta, a significar otra cosa. La máquina era dinámica: nunca se quedaba quieta; inapresable se extraviaba antes de que pudiese ser dominada, y ya era otra cosa, y era imposible. Lentamente se cerraba alrededor del lector. Como un teatro de sombras chinas.
XI
También las cartas previenen de que la muchacha loca venga a golpear mi puerta. Escribir cartas es siempre la postergación del encuentro: la invención de obstáculos entre el remitente y el destinatario. Mientras la maquinaria se mantuviese indescifrable, yo quedaría lejos. Por ejemplo: si te sigo escribiendo, no nos veremos nunca.
XII
Siento que tras cada carta escrita me voy apropiando de la sangre que perdí (y que necesito, porque todavía estoy pálido y flaco). Lo que no sé es si esa sangre es mía o de ella. No importa: es sangre. Y la necesito.
Me dirás - ya te estoy escuchando - que si estos terminos no son un poco monstruosos. Tal vez: pero eso es bueno. Si entendí cómo funcionan las cartas, si pude dar vuelta la maquinaria, es forzoso que tenga algo de vampiro.
(Y funciona. Logré deshacerme de un tipo al que le debía plata y de una tía pesada. Ya no los veo, y sé que ellos no me buscan. De vez en cuando les envío una carta. Podría cruzarlos por la calle, claro, pero ya no camino las calles: tengo mucho que hacer sobre mi escritorio. Sólo pensar en la vida allá afuera me dá vértigo: todos están demasiado cerca)
XIII
Ella sustituyó su amor con la carta de amor; yo cambié mi celda por este proyecto epistolar. Es por esto que por ahora no puedo verte, ni puedo responder a tu cartas. No tengo tiempo. Por eso tuve que renunciar al trabajo. Este proyecto se lleva todas mis horas. Es la única manera que tengo de ser libre.


Basado en el capítulo 4 de Kafka. Por una literatura menor. De Deleuze y Guattari.

WHITE NIGHTS, un poema de Paul Auster

No one here,
and the body
says: whatever is said
is not to be said. But no one
is a body as well,
and what the body says
is heard by no one
but you.

Snowfall
and night. The repetition
of a murder
among the trees. The pen
moves
across the earth: it no longer knows
what will happen, and the hand that
holds it
has disappeared.

Nevertheless, it writes.
It writes:
in the beginning,
among the trees, a body came walking
from the night. It
writes:
the body's whiteness
is the color of earth. It is earth,
and
the earth writes: everything
is the color of silence.

I am no
longer here. I have never said
what you say
I have said. And yet, the body
is a place
where nothing dies. And each night,
from the silence of the
trees, you know
that my voice
comes walking toward you.

La señorita muerta. Raúl González Tuñon en su propia voz

Si usted quiere, que llueva,
si usted quiere, un farol,
antracita en la estufa,
aldabón en la puerta
y en un rincón del cuarto
la Señorita Muerta.
Ellos creen que está viva
la bella embalsamada,
ellos quieren que ella
reciba a las visitas.
Oh, pobre señorita
la Señorita Muerta.
Si usted quiere, pianola,
un diploma y un álbum.
Si usted quiere un retrato
de novios a la sepia
y en el sofá, sentada,
la Señorita Muerta. 
Ellos comen y duermen,
trabajan, se fatigan,
mientras ella sentada
toda adentro vacía,
oh Señorita Muerta,
la Pobre Señorita, 
toda adentro rellena,
toda afuera pintada,
con el mejor vestido,
con la mirada helada,
oh, Señorita Muerta,
Señorita Sentada. 
Mientras ella sin tumba,
sin aire, sin estómago,
toda afuera de carne,
toda adentro desierta,
sueña cuando era viva...
la Señorita Muerta.




viernes, 6 de mayo de 2011

La última y mala noticia sobre Haroldo Conti. Nota sobre su desaparición




Nota de Gabriel García Márquez, sobre la desaparición de H. Conti

5 de mayo de 1976:
La última y mala noticia
sobre Haroldo Conti


A Haroldo Conti, que era un escritor argentino de los grandes, le advirtieron en octubre de 1975 que las fuerzas armadas lo tenían en una lista de agentes subversivos. La advertencia se repitió por distintos conductos en las semanas siguientes y, a principios de 1976, era ya de dominio público en Buenos Aires. Por esos días, me escribió una carta a Bogotá, en la cual era evidente su estado de tensión. “Martha y yo vivimos prácticamente como bandoleros”, decía, “ocultando nuestros movimientos, nuestros domicilios, hablando en clave”. Y terminaba: “Abajo va mi dirección, por si sigo vivo”. Esa dirección era la de su casa alquilada en el número 1205 de la calle Fitz Roy, en Villa Crespo, donde siguió viviendo sin precauciones de ninguna clase hasta que un comando de seis hombres armados la asaltó a medianoche, nueve meses después de la primera advertencia, y se lo llevaron vendado y amarrado de pies y manos, y lo hicieron desaparecer para siempre. Haroldo Conti tenía entonces 51 años, había publicado siete libros excelentes y no se avergonzaba de su gran amor a la vida. Su casa urbana tenía un ambiente rural: criaba gatos, criaba palomas, criaba perros, criaba niños y cultivaba en canteros legumbres y flores. Como tantos escritores de nuestra generación, era un lector constante de Hemingway, de quien aprendió además la disciplina de cajero de banco. Su pensamiento político era claro y público, lo expresaba de viva voz y lo exponía en la prensa, y su identificación con la revolución cubana no era un misterio para nadie.

Desde que recibió las primeras advertencias tenía una invitación para viajar a Ecuador, pero prefirió quedarse en su casa. “Uno elige”, me decía en su carta. El pretexto principal para no irse era que Martha estaba encinta de siete meses y no sería aceptada en avión. Pero la verdad es que no quiso irse. “Me quedaré hasta que pueda, y después Dios verá”, me decía en su carta, “porque, aparte de escribir, y no muy bien que digamos, no sé hacer otra cosa”. En febrero de 1976, Martha dio a luz un varón, a quien pusieron el nombre de Ernesto. Ya para entonces, Haroldo Conti había colgado un letrero frente a su escritorio: “Este es mi lugar de combate, y de aquí no me voy”. Pero sus secuestradores no supieron lo que decía ese letrero, porque estaba escrito en latín. El 4 de mayo de 1976, Haroldo Conti escribió toda la mañana en el estudio y terminó un cuento que había empezado el día anterior: “A la diestra”. Luego se puso saco y corbata para dictar una clase de rutina en una escuela secundarla del sector, y antes de las seis de la tarde volvió a casa y se cambió de ropa. Al anochecer ayudó a Martha a poner cortinas nuevas en el estudio, jugó con su hijo de tres meses y le echó una mano en las tareas escolares a una hija del matrimonio anterior de Martha, que vivía con ellos: Myriam, de siete años. A las nueve de la noche, después de comerse un pedazo de carne asada, se fueron a ver El Padrino II. Era la primera vez que iban al cine en seis meses. Los dos niños se quedaron al cuidado de un amigo que había llegado esa tarde de Córdoba y lo invitaron a dormir en el sofá del estudio.

Cuando volvieron, a las 12.05 horas de la noche, quien les abrió la puerta de su propia casa fue un civil armado con una ametralladora de guerra. Dentro había otros cinco hombres, con armas semejantes, que los derribaron a culatazos y los aturdieron a patadas. El amigo estaba inconsciente en el suelo, vendado y amarrado, y con la cara desfigurada a golpes. En su dormitorio, los niños no se dieron cuenta de nada porque habían sido adormecidos con cloroformo.

Haroldo y Martha fueron conducidos a dos habitaciones distintas, mientras el comando saqueaba la casa hasta no dejar ningún objeto de valor. Luego los sometieron a un interrogatorio bárbaro. Martha, que tiene un recuerdo minucioso de aquella noche espantosa, escuchó las preguntas que le hacían a su marido en la habitación contigua. Todas se referían a dos viajes que Haroldo Conti había hecho a La Habana. En realidad, había ido dos veces —en 1971 y en 1974—, y en ambas ocasiones como jurado del concurso de Casa de las Américas. Los interrogadores trataban de establecer por esos dos viajes que Haroldo Conti era un agente cubano.
A las cuatro de la madrugada, uno de los asaltantes tuvo un gesto humano, y llevó a Martha a la habitación donde estaba Haroldo para que se despidiera de él. Estaba deshecha a golpes, con varios dientes partidos, y el hombre tuvo que llevarla del brazo porque tenía los ojos vendados. Otro que los vio pasar por la sala, se burló: “¿Vas a bailar con la señora?”. Haroldo se despidió de Martha con un beso. Ella se dio cuenta entonces de que él no estaba vendado, y esa comprobación la aterrorizó, pues sabía que sólo a los que iban a morir les permitían ver la cara de sus torturadores. Fue la última vez que estuvieron juntos. Seis meses después del secuestro, habiendo pasado de un escondite a otro con su hijo menor, Martha se asiló en la Embajada de Cuba. Allí estuvo año y medio esperando el salvoconducto, hasta que el general Omar Torrijos intercedió ante el almirante Emilio Massera, que entonces era miembro de la Junta de Gobierno Argentina, y éste le facilitó la salida del país.
Quince días después del secuestro, cuatro escritores argentinos —y entre ellos los dos más grandes— aceptaron una invitación para almorzar en la casa presidencial con el general Jorge Videla. Eran Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Alberto Ratti, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, y el sacerdote Leonardo Castellani. Todos habían recibido por distintos conductos la solicitud de plantearle a Videla el drama de Haroldo Conti. Alberto Ratti lo hizo, y entregó además una lista de otros once escritores presos. El padre Castellani, entonces tenía casi ochenta años y había sido maestro de Haroldo Conti, pidió a Videla que le permitiera verlo en la cárcel. Aunque la noticia no se publicó nunca, se supo que, en efecto, el padre Castellani lo vio el 8 de julio de 1976 en la cárcel de Villa Devoto, y que lo encontró en tal estado de postración que no le fue posible conversar con él. Otros presos, liberados más tarde, estuvieron con Haroldo Conti. Uno de ellos rindió un testimonio escrito, según el cual fue su compañero de presidio en el campo de concentración de la Brigada Goemez, situada en la autopista Richieri, a doce kilómetros de Buenos Aires por el camino de Ezeiza. “En mayo de 1976”, dice el testimonio, “Haroldo Conti se encontraba en una celda de dos metros por uno, con piso de cemento y puerta metálica. Llegó el día 20. Dijo haber estado en un lugar del Ejército, donde lo pasó muy mal. Dijo que se había quedado encerrado en un baño, donde se desmayó. Apenas sí podía hablar y no podía comer. El día 21 pudo comer algo. Se ve que andaba muy mal porque le dieron una manta y lo iban a ver con frecuencia. En la madrugada del día 22 lo sacaron de la celda. Parece que lo iban a revisar o algo así. Estaba muy mal y no retenía orines”. El testigo no lo volvió a ver en la prisión. No ha habido gestión, ni derecha ni torcida, que la esposa y los amigos de Haroldo Conti no hayamos hecho en el mundo entero para esclarecer su suerte.
Hace unos dos años sostuve una entrevista en México con el almirante Emilio Massera, que ya entonces estaba retirado de las armas y del Gobierno, pero que mantenía buenos contactos con el poder. Me prometió averiguar todo lo que pudiera sobre Haroldo Conti, pero nunca me dio una respuesta definitiva. En junio de 1980, la reina Sofía de España viajó a Argentina al frente de una delegación cultural que asistió al aniversario de Buenos Aires. Un grupo de exiliados le pidió a algunos miembros de la comitiva que intercedieran ante el Gobierno argentino para la liberación de varios presos políticos prominentes. Yo, en nombre de la Fundación Habeas, y como amigo personal de Haroldo Conti, les pedí una gestión muy modesta: establecer de una vez y para siempre cuál era su situación real. La gestión se hizo, pero el Gobierno argentino no dio ninguna respuesta. Sin embargo, en octubre pasado, cuando ya estaba decidido su retiro de la presidencia, el general Jorge Videla concedió una entrevista a una delegación de alto nivel de la agencia EFE, y respondió algunas preguntas sobre los presos políticos. Por primera vez habló entonces de Haroldo Conti. No hizo ninguna precisión de fecha, ni de lugar ni de ninguna otra circunstancia, pero reveló sin ninguna duda que estaba muerto. Fue la primera noticia oficial, y hasta ahora la única. No obstante, el general Videla les pidió a los periodistas españoles que no la publicaran de inmediato, y ellos cumplieron. Yo considero, ahora que el general Videla no está en el poder, y sin haberlo consultado con nadie, que el mundo tiene derecho a conocer esa noticia.

Gabriel García Márquez - 1981

Eduardo Galeano en Impo.