domingo, 17 de enero de 2010

Chanson D´Automne. Paul Verlaine / Cuadro: Otoño en Agenteuil by Monet





Les sanglots longs
Des violons
De l'automne
Blessent mon coeur
D'une langueur
Monotone.

Tout suffocant
Et blême, quand
Sonne l'heure,
Je me souviens
Des jours anciens
Et je pleure

Et je m'en vais
Au vent mauvais
Qui m'emporte
Deçà, delà,
Pareil à la
Feuille morte.





Canción de Otoño


Los largos sollozos
De los violines
Del otoño
Hieren mi corazón
Con monótona
Languidez

Todo sofocante
Y pálido, cuando
Suena la hora,
Yo me acuerdo
De los días de antes
Y lloro

Y me voy
Con el viento malvado
Que me lleva
De acá para allá,
Igual que a la
Hoja muerta.

ORACIÓN DEL NIÑO



ORACIÓN DEL NIÑO
(Monólogo del Mufercho)

Un río caliente, turbio y de aguas pegajosas.
Hey Oye! ven, sube a la montaña, yo te acompañaré.
El río está con agua fresca.. ¡bebe, bebe, quítate la sed!

¡Corre, juega, ríe!
Oh niño, que hermoso olor niño, ¿y las flores?

Un río caliente, turbio y de aguas pegajosas.
Hey Oye! ven, sube a la montaña, yo te acompañaré.
El agua está fresca.. ¡bebe, bebe, quítate la sed!

Oh niño, que hermoso olor niño, ¿y las flores?

Hey oye! Dime, ¿cómo haces para arreglártelas solo en este mundo,
que es una fiera y todos muerden y yo también?

Mediocres, mediocres... no pueden hacer otra.
No temas... hambre, frío e injusticias te enseñarán.
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Dios vendrá... Dios vendrá... Dios vendrá...

Noches sin temores, presencia de alegrías,
lo cotidiano en equilibrio, el trabajo presente.
Hablé para todos y yo escuché...
¡Imperfectos!... la palabra unificadora,
siempre presente.

¿Cuál es el consejo?

viernes, 8 de enero de 2010

Agonia fuera del muro. Rosario Castellanos




Miro las herramientas,
el mundo que los hombres hacen, donde se afanan,
sudan, paren, cohabitan.

El cuerpo de los hombres prensado por los días,
su noche de ronquido y de zarpazo
y las encrucijadas en que se reconocen.

Hay ceguera y el hambre los alumbra
y la necesidad, más dura que metales.

Sin orgullo (¿qué es el orgullo? ¿Una vértebra
que todavía la especie no produce?)
los hombres roban, mienten,
como animal de presa olfatean, devoran
y disputan a otro la carroña.

Y cuando bailan, cuando se deslizan
o cuando burlan una ley o cuando
se envilecen, sonríen,
entornan levemente los párpados, contemplan
el vacío que se abre en sus entrañas
y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano.

Yo soy de alguna orilla, de otra parte,
soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,
gente a quien compartir es imposible.

No te acerques a mi, hombre que haces el mundo,
déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y no entender
.

2010

Turista




... las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados

Vi - vi - lo !


Caricatura del Indio Solari




Un ultimo secuestro ...no !
El de tu estado de animo ...no !

Tu aliento vas a proteger, en este día ...

Y cada día... ohh ohhhhh

miércoles, 6 de enero de 2010

Oliverio y la Mort




La muerte: Solo trato de que seas sensato ... que dejes de ser un niño

Oliverio: ¿ Para qué?


Deja vu

sábado, 2 de enero de 2010

La muerte como misericordia de Allah.

La muerte (mâwt) forma parte de la actividad de Al-lâh, es una misericordia de Al-lâh para las criaturas. Así como Dios es El Dador de Vida, Él es el Dador de Muerte. Estos dos Nombres o Atributos de Dios son complementarios, es imposible pensar lo uno sin lo otro. La vida y la muerte son un par, forman un todo inseparable. La vida conduce a la muerte, pero de toda muerte brota nueva vida, en un ciclo ininterrumpido, el propio ciclo de la Creación. Nacimiento-vida-muerte-resurrección, estas palabras son suficientes para explicar los procesos en los cuales nos hallamos insertas todas las criaturas. La muerte delimita la vida, según un plazo fijado de antemano:

Y ningún ser humano muere
sino con el permiso de Al-lâh,
en un plazo prefijado.
(Qur’án 3: 145)

Fijar un plazo es establecer un punto de partida, dar un recorrido y una meta, una posibilidad de destino para las criaturas. Es durante este periodo donde las criaturas tienen la posibilidad de realizarse, de cumplir con la función que les ha sido asignada.

La idea de que la muerte es un accidente, sujeto a la casualidad, y que por tanto puede prevenirse, es del todo ajena a la cosmovisión islámica. El Qur’án se refiere a la ilusión de que alguien pueda protegerse ante el destino o retardar el momento de su muerte:

Dondequiera que os halléis,
la muerte os alcanzará
—aunque estéis en torres elevadas.
(Qur’án 4: 78)

No hay protección o escape posible ante el decreto de Al-lâh, Él supera todas las barreras. Las torres elevadas son el sueño de protección de una sociedad enferma, que ha puesto la seguridad por encima de toda otra consideración. Es una sociedad basada en la acumulación de bienes que no han de servir de nada ante la Verdad que nos precede. Frente a esta actitud temerosa ante la muerte del que quiere preservar su ego, la actitud básica del creyente es la aceptación consciente de que la muerte es inevitable, y de que nadie puede saber el cómo, el cuándo, el dónde:

En verdad, sólo Al-lâh conoce
cuando ha de llegar la Última Hora;
y Él hace caer la lluvia;
y Él conoce lo que hay en los úteros:
mientras que nadie sabe lo que adquirirá mañana,
y nadie sabe en que tierra morirá.
(Qur’án 31: 34)

Si decimos que la muerte es una misericordia es porque la Misericordia de Dios siempre prevalece, más allá de todas las pequeñas muertes cotidianas, más allá del extinguirse de los días y de las estaciones, del ajarse de las apariencias consumidas por el tiempo. El Corán insiste: todo lo existente tiene un plazo, viene de la inexistencia y permanece abocado a la muerte. Las montañas, el mundo, las galaxias: todo está destinado a perecer. Tras toda apariencia destinada a la muerte late la misma Realidad indivisible. Sólo la Faz de Al-lâh sobrevive a las destrucciones y a la muerte:

Todo perece salvo Su Faz.
(Qur’án 28:88)

La muerte como misericordia de Allah. 2da parte

Esta es la base de la visión islámica sobre la muerte. La actitud del musulmán pasa, en primer lugar, por la aceptación consciente del Decreto de Al-lâh. No una aceptación resignada sino un estado de conciencia. Conciencia de que somos musulmanes, seres contingentes y acabables, sometidos a una fuerza anterior a nuestro propio nacimiento, sometidos al Creador de los cielos y la tierra, a las condiciones eternas de la vida. Consciencia de que no tenemos ninguna capacidad de cambiar lo que está escrito, de que Al-lâh es el Señor de la existencia.

En segundo lugar, esta actitud de aceptación consciente del destino implica una apertura, la entrega confiada al Creador de los cielos y la tierra. Abismarse en el Universo de Al-lâh, entrega confiada a su Misericordia, al más allá de nosotros mismos, a la vida que hay más allá de los limites de nuestra conciencia limitada, a la vida que se abre tras nuestra pequeña muerte de criaturas.

La muerte el preludio del encuentro entre el amante y el amado, el fin del estado de separación en que vivimos. Rabi’a al-Adawiya soñó que venía a buscarla el ángel de la muerte y le dijo: “He venido a buscarte. Soy el que sacaba con los placeres de esta vida, el destructor de las ilusiones y los ídolos que los humanos fabricáis en esta vida”. Y Rabi’a le contestó: “¿No puedes presentarte con tú rostro más amable? Eres el que acaba con la separación entre el amante y el amado”.

Esta anécdota refleja la respuesta de un alma consciente, de alguien que se ha desapegado hasta tal punto de las vanidades que llega a morir antes de morir y superar cualquier sombra de angustia ante la muerte. Los íntimos de Al-lâh suelen referirse a la muerte como "la noche de bodas con la eternidad".

Todo el islam es un aprendizaje a superar la fractura ilusoria entre la muerte y la vida. La muerte no es un fin absoluto, sino que nos aboca a la vida anterior a la vida, a la vida más allá de nuestra existencia en este mundo. La dirección física del cuerpo es la tumba. Allí se dirigen todos los anhelos, todas las construcciones, creencias o esperanzas. Allí se depositarán nuestros miembros y órganos vitales. Todo aquello que parece hacer funcionar la maquinaria de nuestro cuerpo será depositado en la tumba como un despojo de nosotros mismos. Si seguimos siendo, ya no somos eso. La posibilidad de la muerte, su presencia en nuestras vidas, es una constante. Nadie puede prever o conocer el plazo que le ha sido concedido. Sólo Al-lâh tiene el poder de decidir sobre la vida y la muerte.

La muerte no es el final de la criatura, es tan solo el final de una forma de existencia que todos sabemos pasajera. El profeta dijo: “los hombres están dormidos y cuando mueren, despiertan”. Hablar de la muerte es hablar del destino final de la criatura, es abismarnos en el universo escatológico, en los acontecimientos que tienen lugar en el otro lado, el otro mundo u orilla en el cual nuestra percepción habitual y limitada de lo Real quedan desbordados, arrasados por la inmensidad del mundo de Al-lâh, Uno y Único, que no ha engendrado ni ha sido engendrado, y permanece siempre más allá de nuestra capacidad de criaturas.

Toda la vida del musulmán está orientada a la Otra vida y es por tanto una preparación para la muerte. El profeta Muhámmad dijo: “Muere antes de morir”. ¿Qué significa esto? No necesitamos esperar eso que llamamos muerte para liberarnos de los obstáculos que tiene la conciencia para romper con los límites de la conciencia y saborear el más allá. No necesitamos esperar porque la conciencia humana está lo suficientemente avanzada como para comprender tanto la vida como la muerte y decir: moriré ahora antes de que la muerte me llegue, conoceré la experiencia de la unidad entre la muerte y la vida para poder ser más humano, para poder entregarme a Al-lâh sin límites, sin mis esperanzas y deseos orientados a nada de este mundo. Con la plena consciencia de que todos mis actos solo tienen sentido si son realizados con el Nombre de Al-lâh inscrito en el corazón, en el Recuerdo de nuestro origen increado, insha Al-lâh.

La muerte como misericordia de Allah. 3era parte

¿Cómo podemos morir? Toda vida espiritual es un aprendizaje de la muerte. Dice Al-lâh en el Corán: vuestra estancia en “este mundo” no es sino pasajera. El carácter efímero de la existencia es algo evidente por si mismo. La presencia de la muerte a nuestro alrededor es una constante, una presencia anunciadora. Pensar la vida en función del antes y el después implica una apertura, un cambio de percepción hacia lo que nos rodea. Debemos integrar en nuestra vida cotidiana la verdadera dimensión completa de la vida. Se trata de dejar de vivir en la ficción de que somos autosuficientes, eternos y autogenerados, dejar de pensar que tenemos el control sobre la vida y la muerte, reconocer que venimos de Al-lâh y a Él nos dirigimos. Orientar nuestros esfuerzos hacia la Última Vida (al-ajira) no implica abandonar este mundo (dunia), sino superarlo. El desapego hacia lo mundano es, al mismo tiempo, un elemento de satisfacción y de estabilidad “en este mundo”. Nos procura placer, nos libera del afán de control sobre las cosas. Nos permite amar libremente a nuestros semejantes, sin la angustia del deseo de posesión, sin los celos de aquel que se esclaviza a sus seres queridos hasta el punto de que llega a ahogar sus relaciones.

El aprendizaje de la muerte no es fácil, es un despojarse radical de todo lo mundano, vivir para Al-lâh, orientados a una dimensión final que nos desborda. El término coránico al-âjira se aplica a la vida después de la muerte física del cuerpo. Significa “lo último, que está más allá, lo distinto, la otra cosa”. En el Corán se dice:

La Última vida es mejor (jayr) para vosotros que la primera.
(Qur’án 93:4).

El ájira es mejor porque en él nuestra visión habrá sido desvelada, las cosas se verán tal y como son: la Verdad en si misma es mejor que su apariencia. Como resultado, no habrá ya nada que se interponga entre el hombre y la realización de sus anhelos: los placeres en el ájira serán eternos, no están sujetos a la caducidad de lo mundano. El Placer intenso del Jardín es wa’ad al-lâh, la promesa de Al-lâh. En el Corán, la Promesa por antonomasia es el ÿanna, el Jardín Paradisíaco:

A quienes se confían y actúan con integridad,
les haremos entrar en jardines por los que corren arroyos
y allí permanecerán más allá del cómputo del tiempo:
la promesa de Al-lâh es real (wa’d al-lâhi haqqâ).
(Qur’án 4: 122).

El Jardín puede ser saboreado ya en el dunia. Lo que nos ofrece un presentimiento del Jardín son las hasanat, acciones bellas, buenas obras. Mediante las hasanat creamos paraíso. El Jardín se va poblando de fuentes, arroyos, palacios, árboles frutales. Cada hasanat es un árbol infinito, en la medida en que nuestras bellas acciones tienen una repercusión en nuestro entorno. Lo contrario de las hasanat son los dzunub, plural de dzanb, trasgresión. Mientras el dzanb nos aísla, cada hasanat nos conecta con el mundo, amplía nuestro horizonte vital, nos enlaza con el todo. La palabra árabe husn engloba dos aspectos: el bien y la belleza. Todo lo que rompe barreras y nos abre a los demás es un acto que conduce al Jardín. Todo lo que nos separa y nos encierra en nosotros mismos es un acto del Fuego. El Fuego es estrecho y el Jardín es amplio. El Fuego es sucio y hediondo, el Jardín es hermoso y transparente. Este tipo de dualidades son simples pero muy efectivas. Todos podemos reconocer donde está nuestro verdadero anhelo, hacia donde se dirige nuestro anhelo. Deseamos intensamente ser criaturas del Jardín, y esta es la fuente de nuestro Amor a Al-lâh.

Estamos abocados a ese más allá que empieza con la muerte, a sucesos que no podemos controlar, y en los cuales se decidirá nuestro destino final en el orden de la Creación. Hay que mantener el temple ante lo desconocido, tomar conciencia de lo que ha sido anunciado. Todos los acontecimientos que tienen que ver con la escatología son tremendamente sugerentes, pero también aterradores. No solo la ‘amenaza del Fuego’ sino el propio modo de producirse el Fin del Mundo, como un cataclismo cósmico, un desgarro, un oscurecimiento. Este es material sensible, en la medida en que aceptamos la Realidad que nos propone. No se trata de ficciones apocalípticas, sino del modo como la Verdad se nos presenta en toda su crudeza. No es nada fácil de asumir, no nos ofrece un fácil consuelo. Incluso la visión del Paraíso es precedida por acontecimientos estremecedores, de los cuales ninguna criatura permanece a salvo. Ante la imagen de las montañas despedazadas como copos de lana cardada, no queda más que refugiarse en Al-lâh, rasgar nuestro pecho y abrir nuestros corazones. De Él venimos y a Él es el retorno.

De l'amour la poesie. VII. La terre est bleue comme une orange...


La terre est bleue comme une orange
Jamais une erreur les mots ne mentent pas
Ils ne vous donnent plus à chanter
Au tour des baisers de s'entendre
Les fous et les amours
Elle sa bouche d'alliance
Tous les secrets tous les sourires
Et quels vêtements d'indulgence
À la croire toute nue.

Les guêpes fleurissent vert
L'aube se passe autour du cou
Un collier de fenêtres
Des ailes couvrent les feuilles
Tu as toutes les joies solaires
Tout le soleil sur la terre
Sur les chemins de ta beauté.


El amor a la poesía. VII. La tierra es azul como una naranja...

La tierra es azul como una naranja
No es ningún error las palabras no mienten
No os obligan a cantar
Y en vez de oírse unos besos
Unos insensatos amores
Su boca de alianza
Tiene todos los secretos todas las sonrisas
Y tan indulgentes vestidos
Que se le creería del todo desnuda.

Las avispas florecen de verde
El alba se coloca en torno al cuello
Un collar de ventanas
Y unas alas envuelven a las hojas
Tú tienes toda la alegría solar
Todo el sol de la tierra
Sobre los caminos de tu belleza.

La sin razon del canto




he aspirado el veneno de las flores

maligno vaho del aire

ígneo mal de baudelaire



bebí la regla y agria

sinfonía darío en gris

cisne mayor

melancolía azul piedra renal



he acusado la furia en el sonido

el son ido de furia

ariosto shakespeare london faulkner arlt



ha vibrado la sombra en el brillo

alto grillo de sombra gerard de nerval

oscuro niestzche claro

holderlin poe

conde de lautremont de l’isle adam



me han golpeado los rojos

tambores de rimbaud

su desarreglo vidente

el descuartizamiento órfico de cocteau

los fusiles de goya

los zapatos de vincent

el fantasma final de maupassant

me ha estremecido el podrido soplar

de esa máscara momo antonín artaud

su negro escupi-tajo



me hice eco tardío del eco

grito guernica pupila pícasso

obstinación de espanto y de creación

- otro toro roto –

oigo el gigante peso derruido

fondo de mar capitán oda proa

isla negra neruda desolación



me ha descarnado el grito picana dalton

el desmadrado cesar jueves vallejo

el marechal silencio malos aires

el juancito tuñon caminador

el musical infierno pizarnik

dolor Jacobo fijman barba jacob

alfonsina dolor de amargo mar



cuánto puñal para regar la letra

cuánto quebranto en el canto del ser

cuánto parto doliente a cielo sin dios

cuánta razón

la sinrazón del canto

Me contemplo incompleto !





¡ME CONTEMPLO INCOMPLETO!

me templo me destemplo
me distiendo
contiendo
no me entiendo

descomprendo
desprendo
y desemprendo
mi cielo solo
el beso por dar
tanto semen sin cuna
sin rostro
sin historia


Auto-Retrato de cuando no estoy



urdido a contramano me destramo
me traigo me distraigo me contraigo
excluyo mi inclusive
me vuelvo y le devuelvo al vacío mi pronombre
llego a nunca
digo nada
me diluyo

desnudo hasta la piel penúltima del tuétano
desanudo los dobles de mi sombra asombrado
me desdigo y desoigo
me despienso
no siento

me suelto de los dedos
desciendo de mis pies a ver qué pasa
desactúo mis gestos cada gesto
desbusco
hasta que desencuentro todo

me anverso y me reverso
me convierto y revierto